
Rumor
Escucho un rumor de millones de gotitas contra los rostros de varias siluetas de muchachas tristes; pensativas, en espera, meditabundas; con cabellos largos, cortos, rizos, cafés, lacios, rubios, rojos, verdes; de espaldas. Frente a
Escucho un rumor de millones de gotitas contra los rostros de varias siluetas de muchachas tristes; pensativas, en espera, meditabundas; con cabellos largos, cortos, rizos, cafés, lacios, rubios, rojos, verdes; de espaldas. Frente a
Comencé a leer Henry y Cato en un momento difícil. Tenía muchas cosas de trabajo que hacer y poco tiempo para la lectura. Una de las cosas geniales de reseñar libros para Letroactivos es que
Sofía… es de los libros que he tenido la oportunidad de escoger para reseñar. Lo reservé rápidamente porque deseaba descubrir en novela a una autora a quien había conocido en poesía. La obra me llegó
¿En qué condiciones puede llegar a vivir un hombre, muchos hombres? ¿Cuál es la verdadera magnitud de la guerra y el daño a sus implicados, voluntarios e involuntarios? De principios de abril de 1982 a
La primera obra de estos dos autores (Dominique Lapierre y Larry Collins) que conocí fue ¡Oh¡ Jerusalén, sobre la constitución de un estado judío, el Estado de Israel, en 1948. No voy a hablar de
La llamaría una obra mayor. Es Dulce jueves, de John Steinbeck, premio Nobel de Literatura 1962. Casi nada es dulce en Dulce jueves, sino el retrato de una sociedad cualquiera en un pueblo al norte
«Arráncame la vida, con el último beso de amor, arráncala, toma mi corazón. Arráncame… y si acaso te hiere el dolor, ha de ser de no verme, porque al fin tus ojos me los llevo
«La culpa de todo la tiene Bernard Shaw», le dije a mi compañero cuando las papas a la francesa se quemaron aquella noche en que me entusiasmé demasiado leyendo este libro y olvidé que estaban
Félix Sautié, colaborador del periódico de Yucatán, Por Esto, continúa su labor de entrevistar y dar a conocer a los principales representantes de ese movimiento, si es que así puede nombrarse, que es hoy “la
Comencé a leer La muerte y otras sorpresas después de degustar las magníficas páginas de Primavera con una esquina rota. No esperaba lo mismo, no, porque este último es insustituible. Simplemente deseaba el reencuentro con