Sofía de los presagios, Gioconda Belli

Sofía… es de los libros que he tenido la oportunidad de escoger para reseñar. Lo reservé rápidamente porque deseaba descubrir en novela a una autora a quien había conocido en poesía. La obra me llegó con una nota adjunta: «Estimada Gabriela; yo todavía no he leído este libro, quedaré muy atento a tu reseña. Disfrútalo».

¡Sí que lo disfruté! Fueron días de plácidas lecturas matutinas y nocturnas (mis mejores horas para leer). Así que, para Hugo Marroquín, los lectores de Letroactivos, y los de Gioconda Belli, comparto lo que dejó en mí Sofía de los presagios.

Una historia repetida en miles de mujeres en el continente (y el mundo) que desanda los pormenores de nuestras sociedades patriarcales, prejuiciosas y, estaría de más decir, injustas. El escenario es un pueblo cafetalero nicaragüense a pocas horas de la capital; en un tiempo que adivinamos de la segunda mitad del siglo XX, cuando novedades como la píldora anticonceptiva se juntan con gitanos errantes, ferias, brujas y ritos para romper los malos destinos. La intolerancia de estrictas normas sociales y de conducta se enfrentan al desenfreno de una mujer maldita, lastimada por esa misma sociedad, por la ruptura familiar. En medio, la Iglesia conciliadora tratando de mantener en manso rebaño a sus fieles. Por encima, las fuerzas de Satanás que se confunden con las de la naturaleza.

La resolución de todo: una nueva vida; una niña que debe romper los círculos trágicos de sus antecesores, asesorada por las milenarias sabidurías. Flavia va a representar el futuro, el mínimo paso que las generaciones deben dar. Confundidas entre las soledades y los malos presagios, historias de amor, de pasiones y bajas pasiones, y una expresión auténtica de nuestros pueblos latinoamericanos.

Sofía de los presagios es una novela amena, que se lee apresuradamente, a veces con la sensación de que el tiempo dentro de las páginas pasa más veloz de lo que deseamos. A medida que te adentras sientes que llegas (porque la autora llega) a un equilibrio parecido al remanso literario. La premura de los primeros hechos se desgaja luego en el tiempo de una vida. Para cuando acaba ya te has acostumbrado al infortunio, y a Sofía la has hecho parte de tu propia vida.

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