Hace no sé cuánto tiempo leí un cuento muy extraño de un autor que no identificaba entonces: «Un día perfecto para el pez banana». En él extraños personajes mantenían diálogos y desarrollaban hechos originalmente raros que no logré entonces concatenar del todo. El final, completamente inesperado, me dejó boquiabierta. Créanme que me muero de ganas de contárselos, pero le voy a arruinar la historia a quien no lo haya leído.
Recientemente llegaron a mí otra vez, cuando ya había dejado de pensar en ellos, los protagonistas (Muriel y Seymour) de aquel cuento cuando una amiga fascinada por su lectura trajo un par de historias de Salinger que no había leído: Levantad, carpinteros, la viga del tejado y Seymour: una introducción. Aunque el éxito rotundo e indiscutible del estadounidense fue El guardián en el centeno, la genialidad de Levantad carpinteros… es innegable. En el año de su publicación (1963) fue el tercer libro más vendido en Estados Unidos.
La familia Glass vuelve a aparecer en esta obra. Buddy, el segundo de los hermanos, narra y protagoniza junto a Seymour (personaje ausente) ambas historias. La primera en el contexto de la Segunda Guerra Mundial; la segunda, años después de la muerte de Seymour.
La amabilidad desquiciante de «Levantad carpinteros, la viga del tejado», donde Buddy pide un permiso en el servicio militar para asistir a la boda de su hermano que no se presenta, da paso a «Seymour: una introducción», un monólogo interior y existencialista sobre la vida de la familia, de Seymour y la suya propia.
Una obra digna de este autor que llama a la reflexión sobre los principios de la creación literaria basada en la vida y los absurdos de esta. Pequeña, de rápida lectura, amena, como para un fin de semana de paz.
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