Partes de Guerra, por Gabriela Guerra

Huyen los caballos salvajes

He visto los caballos partir Han abandonado mis entrañas de forma mordaz Me he quedado vacía, de tan acostumbrada ya a su galope Inquebrantable retumbar que ha decapitado mi paz … Han regresado por el

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Las intermitencias del tiempo

A veces tú, tan cercano Y a veces tan distante Que no puedo rozarte ni con el pétalo No de una rosa, de la imaginación   A veces, yo toda de ti… Otras, tan sola,

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Y se hizo la luz, y la luz era Roma

Fotos: Gabriela Guerra Rey (tomadas de celular) Cada hombre es del tamaño de su jaula… Cada hombre es del tamaño de su jaula. Hoy he empujado los barrotes hasta hacerlos retroceder tanto, que he viajado

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El último de los poetas malditos…

Foto: Gabriela Guerra El último de los poetas malditos, ese ser de luz y de tinieblas, que lucía con autenticidad todos los rasgos del primero de los calificativos, ha muerto. Paco (Francisco Martínez Negrete), querido,

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Correr en La Habana

…Matar un enano, pero más que eso, ¡descubrir que puedo ver a mi ciudad de siempre desde otra mirada, a pesar de tantos años y tantas cosas! No podía imaginar que correr en La Habana

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A Diego, mi adiós

Ya no estaré, nunca más, esperándolo en un bar del centro de París, molesta porque va a llegar tarde. Ya no volveremos a caminar desesperados y sin justificación por las calles nocturnas de un barrio

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A México, mi primera crónica de amor

Crónica de un maratón (CDMX, 28/ 08/ 2016) Hace apenas un trienio escribí mi primera crónica de vida en México. La titulé: “A tres años de aterrizar en México, todas las nostalgias…”. Hoy, tres años después,

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Subirme al barco…

Subirme al barco, no volver el rostro, olvidarme de lo que dejo atrás, no pensar más que en el océano infinito y las aventuras que él me guarda, buenas, grandiosas, malas, terribles, desoladoras, escalofriantes…, tal

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La libertad de correr

Esta mañana me desperté a las 5 am. Había mirado el reloj a las 2, a las 3 y algo, y luego cerca de las 4:45. Aunque estaba cansada y dormí profundamente, en el sueño

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La tormenta

He esperado veintisiete años por este día. Desde el amanecer oscuro, como si estuviera atardeciendo; desde que el aire violento entró por la ventana y echó abajo las pocas flores del jardín artificial, supe que

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