Las intermitencias del tiempo

A veces tú, tan cercano

Y a veces tan distante

Que no puedo rozarte ni con el pétalo

No de una rosa, de la imaginación

 

A veces, yo toda de ti…

Otras, tan sola, tan sola

Como abandonado el mar

En el remanso de los intensos crepúsculos

 

Quedo, entonces, despojada de todo

Huérfana, miserable

Ardiendo de pasión no consumada

Con las viejas penas atragantándome las sienes

La garganta, las mucosas y las glándulas de querer

 

Camino así, sola, en la noche

Con las vestiduras de haber llegado al mundo

Y me pierdo en los tiempos de nadie

En los tiempos que nunca fueron míos

A esperar que el sol regrese al horizonte

 

Pienso, temo, imagino que volverás

A este amor que quema las entrañas

A esta mujer abierta a seducciones

A estas tardes frívolas y devastadas, sin ti

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Guest
Jorge Ruiz Esparza
February 21, 2017 3:42 pm

Estas líneas quebradas forman versos y son poesía.
Esa ansiedad, ese vacío, describe un hambre
que estamos destinados a compartir.
Todos tenemos tardes como esas. Solo cambian los nombres.
Porque el hambre es de alguien y ocurre dentro de nosotros.
Dos polos indispensables que rara vez se alinean.