El mejor regalo para comenzar abril

Acuérdate de abril…

Fotos: Beto Coyote

Subimos la escarpada montaña, estamos llegando al kilómetro 12, donde nos anunciaron, siete kilómetros atrás, que estaría el siguiente punto de hidratación. El sol está impertérrito sobre nuestras cabezas, el agotamiento nos amenaza, caminamos, porque en este punto se nos hace imposible correr, pero por dentro seguimos corriendo, seguimos dejando el corazón en un peñasco.

Rouse, así la llamo, es una amiga reciente de estas aventuras y no sé bien su nombre, viene detrás de mí. Está haciendo los primeros 18 kilómetros de su vida, más tarde me entero de eso, y ¡en el Cañón del Paraíso!, que buena elección. Está agotada, pero me sigue sin chistar. A veces soy un poco loca en la montaña, o cuando corro, y me olvido que el mundo existe, sola estoy contra el mejor paisaje del universo y eso me sobrecoge de una forma enceguecedora. Pero Rouse se ha quedado conmigo cuando un calambre me tiró al suelo unos kilómetros atrás. La solidaridad de la montaña nos une por esas horas. Me acuerdo de mi amiga Agustina, cuando me habla del montañismo, y me dice que allí, en las cimas del mundo, lo que más importa es saber que estás acompañada, porque el sentido de grupo en este medio naturalmente salvaje, es imprescindible.

Rouse ha sido mi pequeño grupo, pero adelante y atrás viene el grupo grande, el que me acompaña cada fin de semana, el que sueña junto a mí cada día en las carreras que vamos a correr, los obstáculos que vamos a superar y los paisajes que nuestros ojos se han de tragan, antes de que la tierra se los trague a ellos.

“Mira Rouse, mira esto que tenemos delante, esto es lo que nos vamos a llevar”, le digo para darle ánimos mientras observamos atónitas una pared inmensa de cañón, de tonos marrones, donde los siglos de la piedra se van cortando en dibujos de cierta uniformidad, hasta romper su estructura al final de una ladera, con vista al vacío.

Es el mejor regalo para empezar abril, me dice ella. Y yo ya tengo esta crónica en la cabeza, con el título que Rouse acaba de regalarme. Es cierto, abril está comenzando y de qué manera tan hermosa… Le aviso que ya tengo título, y me pregunta, “¿en serio?”. Yo asiento. Entonces todo cobra sentido. Estamos allí para recorrer las canteras duras, para recrear unos parajes que ojalá pudieran mis manos dibujar, porque describir es un acto ilusorio; estamos allí, porque allí todo tiene sentido: la vida, la fundación, el amor, y eso que hacemos, en grupo grande, con tanta pasión: el deporte, la aventura…, soñar…

Peña de Bernal, aventureros de FNC

 

Unas horas más tarde, un grupo mugroso, hambriento, adolorido, pero pleno, avanza el último kilómetro y medio de piedra hosca para llegar al coche que nos llevará de la montaña queretana a la Peña de Bernal, un pueblito mágico en cuyo centro yace el monolito más grande de México y el tercero del planeta. En tanto la roca íntegra descansa cerca, nuestras almas aventureras, agotadas por la jornada, devoran los platillos del lugar, entre risas e historias que acabamos de vivir, pero que, sabemos, nos van a guiar siempre, ahora a nuevas montañas. Calificamos de 10 la carrera, terminamos la chela y nos disponemos a emprender el viaje de regreso. En el camino, el fotógrafo del grupo me hace llegar algunas fotos, que le he pedido para esta crónica. Me revienta el cuerpo de cansancio y el corazón de felicidad, la crónica sola se ha escrito. Ahora la comparto con ustedes. Llegan a mi cabeza las notas de esa canción de un poeta de mi tierra, Acuérdate de abril:

Acuérdate de abril, recuerda

la limpia palidez de sus mañanas;

no sea que el invierno vuelva

y el frío te desgaje el alma.

 

Y pienso: caray, nos ha llegado la primavera… aún me tiembla la montaña en los ojos.

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Alejandro Favila
April 2, 2017 4:09 pm

Gracias Gaby por compartir la montaña y las letras

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Lizette
April 2, 2017 4:52 pm

No hay mejor aventura que vivir la vida, y que mejor si es junto a un grupo como FNC. Hermosas palabras que estoy segura que describen lo que vivieron todos el dia de ayer en esa montaña.

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Jorge García C.
April 2, 2017 5:29 pm

La simpleza de las palabras forjadas en texto que sabe a recuerdos de gloria. Gracias por inmortalizar un momento que, aunque se que difícilmente olvidare, siempre viviría en mi. Más líneas narrativas, más kilómetros a recorrer, más cervezas que beber, más abriles por siempre…