Desde remotas fechas, hombres y mujeres riegan sudor y sangre, y crean a destajo la conciencia humana. A fin de abatir el flagelo del uso ajeno de su creatividad y productividad y ser los reyes
«Arráncame la vida, con el último beso de amor, arráncala, toma mi corazón. Arráncame… y si acaso te hiere el dolor, ha de ser de no verme, porque al fin tus ojos me los llevo