En los años sesenta en Cuba, tras el triunfo de la Revolución, creció una generación de intelectuales, artistas y escritores, cuyas obras, publicadas o no, marcaron una etapa fundamental en la literatura y la cultura cubanas y latinoamericanas. Con el despertar artístico, llegaron las censuras, los errores, las partidas, las migraciones; resultado de un proceso que no estaba destinado a salir bien, porque no tenía modelo que seguir. Hoy esa generación está dispersa, como todas las que le sucedieron; dispersa en el mundo y dispersa en el recuerdo.
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Nosotros los que estamos viendo la Isla desde afuera y pensando siempre en ella, terminamos como otras islas, mucho más pequeñas, y rodeados de océanos abismales de resignación. Asumimos que somos libres afuera, en la cárcel de los emigrados, para sobrevivir (tal vez) en una taza de buen café cubano.
Excelente reseña de un libro de la ensoñación para un pueblo que desea volver a soñar. Recomendado.