“Antes solo escribía poesía en versos, ahora la narro”

Conocí a Froilán, ¿cuándo? Cuando era una niña, seguramente desde el nacimiento, porque él y mi viejo ya llevaban años trabajando juntos, subiendo montañas, ideando libros y pagando castigos injustos. Pero mis recuerdos se remontan a los primeros años de vida, quizás, cuando mi hermano y yo correteábamos por su casa de Subirana y jugábamos con sus hijas postizas. O de los tiempos en que teníamos que estarnos calladitos porque él y mi padre entrevistaban, con una vieja grabadora de cintas, a Freddy Ilanga, el traductor de Swahili del Che en el Congo. Aquellas entrevistas se convertirían en un libro muy importante: El año que estuvimos en ninguna parte, que revelaba la travesía del Che en aquel país africano, y que desplegaría enorme polémica. Aquel libro nos generó no pocos dolores de cabeza a nuestras respectivas familias por la triste decisión de compartirlo con el escritor mexicano Paco Ignacio Taibo II, historia nunca revelada pero que marcó duramente nuestros años de Periodo Especial en la isla.

Abolida la infancia, pasado el tiempo, ya emigrante él y en Cuba nosotros, nos volvimos a encontrar una tarde mi padre, Froilán y yo en el Opus Bar del teatro Amadeo Roldán. Yo era una jovencita con aspiraciones de escritora. Ese día me llevaron a conocer a Cintio Vitier y a Fina García Marruz, dos de los más grandes escritores que dio el siglo XX cubano. Así, su recuerdo para mi está ligado a momentos excepcionales.

Hace unos pocos años, envuelta yo también en mis destinos emigrantes, nos reencontramos vía mail, skype y los modernos medios electrónicos. Casi podría asegurar que ese reencuentro cambió mi vida de escritora. Froilán se leyó mis libros y yo me leí sus libros. Nos dedicamos largos ratos de reflexión, de compartir imágenes bellas que nos cruzaban por los ojos y la vida. Froilán recomendó mi novela Bahía de Sal a la editorial española que ahora nos publica a ambos: Ediciones Huso. Y fue de las primeras personas a las que escribí cuando me llamaron del INBA para decirme que mi obra había ganado el Premio Juan Rulfo de primera novela en 2016. ¡Cómo no estarle agradecida! Él fue uno de los primeros que me dijo que era una verdadera escritora, y no ha parado de darme aliento.

Hoy conozco buena parte de su obra. Creo conocerlo un poco más, además de como lejano (en el tiempo) amigo de campañas de mi viejo, como escritor, poeta, artista y como humanista. Confío en sus palabras y abrazo su amistad. Espero que estos poco detalles de una vida rica y compleja le den al lector una idea de ese universo que lo habita y que para mí ha sido un mundo paralelo donde a veces me es muy grato refugiarme.

 

Entrevista con Froilán Escobar

 

Naciste del periodismo y eres un académico, ¿Qué inspira a Froilán?

La poesía y el mundo. Es un viejo sueño que no he parado de soñar. Que viene desde que oía a mi padre leer el Cantar de los cantares o Las mil y una noches. Me buscaba en esas palabras que él leía. Me hechizaban esas palabras que él leía. Las palabras y el mundo crean en mí un ritmo secreto de realidades y resonancias, que engendran un eco y un desciframiento.

 

Tres en una taza es tu última novela publicada. Ahora se comienza a hablar y a escribir sobre algunas épocas de la Cuba revolucionaria, pero tú la ves a través de un cristal diferente, tú inventas un viaje antes del viaje con elementos tan preciosos de la cultura cubana como Lezama Lima. Háblanos de tu sentir.

Tres en una taza es un viaje alucinado por La Habana de los años 70. Una guagua, un ómnibus, recorre la novela, pero no va por las calles sino por dentro de las casas. Metáfora del absurdo que me permite expresar el absurdo de la realidad. Además del personaje central, un joven periodista al que sacan de la prensa, subo al ómnibus a muchos personajes, reales e imaginados. Figuras como la de José Lezama Lima, que asiste a su propio entierro; Guillermo Rosales, al borde ya de su Boarding home; el poeta negro Eloy Machado, que pasó de mendigo a poeta; los trágicos gemelos Yo y Tú, que son el mismo personaje, pero viven escindidos, separados: uno en el pasado y otro en el presente; una mujer de fosforescente belleza que lo llena todo en un momento en que faltaba todo; y un montón más. Con este apretado cúmulo de historias y personajes, busco mostrar lo hermoso y lo terrible de esa década. No oblitero nada. No dejo a nadie fuera. Reúno a los que disienten y a los que chisporrotean por el júbilo. Es un contrapunto proliferante de contrarios. El desastre y la alegría. Solo así podía ser fiel a lo que yo viví. Solo así podía salirme de lo encapsulado, de lo unilateral, para mostrar, a la vez, un mundo donde la realidad perturbadora se mezcla con el delirio hasta el punto de crear dimensiones esquizofrénicas, inesperadas, inquietantes.

https://a4manos.aquitania-xxi.com/resenas-literarias/2016/08/tres-en-una-taza/

 

Froilán pinta también. ¿Es un pasatiempos, una necesidad, otra forma de expresarte?

La palabra y la imagen juntan sus vislumbres, atrapo así figuraciones, sentidos que busco.

Tejiendo la historia de su padre. Froilán Escobar. Acrílico sobre lienzo.
Tejiendo la historia de su padre. Froilán Escobar. Acrílico sobre lienzo.

 

¿Cómo escribes? ¿Cuándo? ¿Cuál es la rutina? ¿Qué tipo de escritor crees ser?

Yo diría que mi método es subjuntivo, porque tiene que ver con el deseo: con que mis palabras expresen, así mediante, un querer ir más allá. Vislumbro, adivino, abro un paraguas no para que empiece a llover, sino para empezar a soñar con la lluvia. Practico, mediante las palabras, la taumaturgia. Las palabras son los signos de un misterio.

 

¿Qué viene en camino?

Travesía, una novela que cuenta dos historias de dos personajes: uno llega a España como judío esclavo desde el pasado remoto de Babilonia, y va en esa travesía, a medida que se acerca a los reyes católicos y a Cristóbal Colón, hacia el otro personaje, que también lo busca por otra vía y que también va a su encuentro desde Costa Rica. Es una suerte de anagnórisis que los junta en el tiempo y en la novela.

 

Me dijo un poeta cubano que alguna vez hiciste poemas. ¿Nos podrías compartir alguno? ¿Todavía escribes versos?

Nunca he dejado de escribir poesía. No sé expresarme de otra manera. Antes solo la escribía en versos: ahora la narro. Asumo en mis novelas las formas antes reservadas a lo poético. De cuando en vez, escribo versos. Tengo un poemario inédito: La puerta de los besos.

Aquí te va uno:

La ventana

La ventana ya estaba ahí

colgando como un cuadro más

en la pared.

Cumplía estrictamente sus funciones de ventana

al traernos

por las tardes el mundo.

La ventana ya estaba ahí.

Yo la veía vivir

para que viéramos.

Era mucho más que un sueño

con paisajes nunca vistos de mujer.

Un pájaro anidaba allá lejos

sobre el oscuro dintel del horizonte.

Habría que regalarle ventanas a la gente.

Cómo hay azul afuera

apoyándose sobre tu hombro.

Cómo hay también estalactitas tuyas

que convidan a la inocencia,

y al que huye por aquel lado

donde una vez pasaste.

Nada es comparable a mirar desde aquí

el árbol que da sombra a tu rostro.

Yo dibujo los techos de las casas

y después las habito con mis manos

del cielo para arriba.

Aún quedan joyas,

el naipe se encabrita

cuando trae sobre tus ancas

nuestra suerte.

Cada vez que me asomo veo venir

tus pasos seguidos de una columna dórica.

Por aquel camino viene el día.

Asómate para que veas.

Esta ventana da incluso al cementerio,

da al bosque aquel que fue nuestro una vez.

Esta ventana me acompaña siempre.

Sin ella nada sabría de las noches.

Sin ella la vida sería invisible para mí.

No te quedes sola con el cielo.

Asómate conmigo

para que veas sobre el polvo

la huella que dejan nuestros pies.

 

Las futuras generaciones de escritores “diletantes” tienen una pregunta eterna para los escritores “profesionales”; ¿Qué hay que tener para llegar a ser uno de ellos?

Querer hacer.

 

¿Martí a flor de labios es uno de tus primeros libros. Muchos años después, vuelves a la figura de Martí ¿Qué buscas?

Tocar al ser humano, acercarme al hombre metido hasta el corazón en sus circunstancias.

 

Cuba, luego Costa Rica… ¿Qué cambia en tu propia travesía y qué nunca cambia?

Antes estaba parado en una isla, ahora estoy parado en el planeta. Antes y ahora, sigo viendo en el cielo cómo la nebulosa de Orión, luego de un estallido descomunal, se convierte en mariposa.

Nebulosa de Orión
Nebulosa de Orión
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