¡Una vez yo fui de izquierda!

Una vez, hace mucho tiempo, yo fui de izquierda. Pertenecía a esa izquierda cubana que éramos todos, en la que creíamos a rajatablas, porque la alternativa era el “capitalismo feroz”. Como si el capitalismo solo pudiera ser de derecha y el socialismo de izquierda…

El tema es, para nuestro mundo actual, tan relevante como ser ateo, católico, musulmán o judío. Pareciera que de eso depende el tipo de persona que eres y la esencia de la que estás hecho.

Sin embargo, aunque históricamente los hombres y mujeres “de bien”  se identificaban con la izquierda, es relevante que después de los complejos procesos que ha vivido el mundo en las últimas décadas, avistemos un resurgimiento de las derechas y las extremas derechas. ¡Algo han de estar haciendo muy mal las izquierdas para que “la gente de bien” también vote por los terribles enemigos del pueblo! …Son comentarios no tan esporádicos en el mundillo de la política, donde en realidad ocurren pocas cosas buenas relevantes, más allá de ideologías o partidos.

Quizás vale recordar que los procesos más terribles y sangrientos de discriminación humana, al menos en Asia y Europa, han surgido de partidos “socialistas”. Quizás vale recordar que no por ello el capitalismo se salva de la gravedad de poner al poder y al dinero como centro de explotación de los hombres, esencia en la que hemos basado nuestra civilización.

Hace aproximadamente una década que vivo en México y he visto a mucha gente ilusionada con la posibilidad de que por fin la izquierda tomara el poder. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) —escuela de casi todos los políticos, incluido el actual presidente de México—, bloque de poder surgido de la Revolución Mexicana, representó durante la mayor parte del siglo XX a una aparente izquierda, y en algún momento devino derecha de forma natural. Entonces el más joven Partido de la Revolución Democrática (PRD) se convirtió en la izquierda. Obrador era entonces perredista.

Hace poco más de un lustro, Andrés Manuel formó filas y constituyó Morena (Movimiento de Regeneración Nacional). Esta es hoy la izquierda mexicana, a la que, desgraciadamente, he tenido la oportunidad de conocer. Como dijo el gran poeta y pensador cubano, José Martí: “He vivido en el monstruo y le conozco las entrañas”. A esta izquierda, debo confesar —a pesar de saber que en política nunca hay verdades ni la razón está en ninguna parte— no le encuentro diferencias con los gobiernos anteriores (PAN y PRI), o sí, la del populismo, la de escudarse bajo de un discurso que no dice nada y resuelve menos.

Veo a mi México adentrarse en el final de sus primeras dos décadas del nuevo milenio mucho peor que como yo lo conocí. No me importa lo que digan las estadísticas, que tampoco son halagüeñas. Hablo del pulso social, de ser gente de a pie, trabajador, de ver cómo crece la violencia, los crímenes, la inseguridad.

Seguí, por una amiga profesora, la huelga de la Universidad Autónoma de México (UAM), que duró tres meses porque Gobierno y sindicato no se ponían de acuerdo en diferencias menores para el primero, pero trascendentales para los trabajadores. Veo el cierre de presupuestos por aquí y por allá, en la ciencia, la educación y la cultura; en el turismo que tantos beneficios nos deja. Y veo un país que se va paralizando, que no crece, que grita desesperado, cuando los políticos siguen viviendo exactamente con la misma buena vida de siempre.

¿Esta era la lucha contra la corrupción de que nos habló AMLO? ¿Era a estas áreas a donde había que quitarle dineros o ser más restrictivos para evitar el “despilfarro”? ¿Este el México del acelerado crecimiento, trabajo y oportunidades para todos? ¿Eran de verdad estos los resultados que esperábamos a medio año de la tan anhelada izquierda? Las frases de esperanzas se han trastocado en desasosiego: “¡Y nos quedan cinco años y medio aún!”.

Hace tiempo escribí, y hoy lo acuño: cuando conozco a las izquierdas modernas, a la izquierda mexicana, me dan deseos de ser de ultraderecha. Es entonces que tengo que comenzar a elaborar mis propios estandartes para que el pesimismo no me lastre los ánimos de intentar hacer que nuestro paso por la Tierra deje una esquela memorable para la historia de la humanidad. ¡Hoy me siento políticamente huérfana! ¡No sé en qué o quién creer! Lo peor es que no estoy sola.

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Guest
Zeferino Sanchez
May 24, 2019 4:36 pm

Estoy totalmente de acuerdo. Hoy no veo un partido con ganas de hacer las cosas bien. No hay respeto en nada y para nadie. Estamos empantanados el un discurso que no refleja nada. Aún creo, no pueden avizorar que es lo que se tiene que hacer para realmente mejorar nuestro futuro. No se que pasara con nuestro México. Ojalá pronto despertemos de ese letargo.