“Quisiera volver, al lugar aquel, donde me besaste con placer, por primera vez, sentí confusión y hoy siento la misma sensación…”
Descemer Bueno y Baby Lores
Emborracho las ganas en una copa de añejo.
Emborracho el alma para que no se dé cuenta
de todo lo que ha perdido en tantos años.
Ciega pasión que se extravía
en los laberintos de la mismísima soledad,
el tiempo gira en círculos y a veces,
solo a veces, vuelve al punto cero.
Entonces se detiene y es como si la vida no fuera…
Los primeros estertores regresan
y yo, cómo lo digo: no sé qué hacer.
Un hombre me mira con ojos incrédulos
y sospecho: ¡coño, son los mismos de entonces!
De hace cinco años, de hace diez, de una vida anterior.
La música baila en mi cuerpo inerte,
se me desparraman los sueños en un acantilado,
mustios de vagar sin puerto.
El suelo tiembla, se desploma;
voy cayendo, con la ilusión de unos brazos
al rescate, unos brazos que no estarán,
que partieron hace mucho,
que me abandonaron a mi suerte.
Soy una terrible poeta en soledad,
una mujer insatisfecha, un cuerpo itinerante
que desapareció su rumbo
en un acto de magia equivocado.
Añoro el sol, el mar infinito que se aleja,
los destrozos de una ciudad y sus hombres,
sus voces, sus ecos y sus ojos también…
Estoy perdida, he sido derrochada.
El cielo se quedó sin color
en la lumbre de los mejores años;
él se fue, yo me fui, y la ciudad oscureció
tras sus pasos. Nadie va a leer estas líneas
y sus labios ya no volverán a ser mis besos.
Paso la página, como si fuera de árbol
y el viento la sopla tan ligera
como si fuera una hoja vulgar.
Brindemos porque todo se queda aunque algunas cosas ya no estén!
“…Añoro el sol, el mar infinito que se aleja
los destrozos de una ciudad…”
Yo también.
Comparto tu nostalgia… como si fuera mía. Pero bajo este, nuestro sol, frente a este mar nuestro que va y viene, te reinvento día a día, en un acertado acto de magia que te acerca cada vez.
Mi amiga, mi sol, mi cariño,
Volvamos juntas.