Por el camino de la amistad, mi querido Eduardo Goldman, gran novelista argentino, trajo a mis manos un libro sin título: “32 poemas”, es todo lo que lo identifica, y un nombre, Hyam Plutzik, poeta norteamericano que “empezaba a ser prominente”, cuando le llegó la muerte, hace más de medio siglo. Su hija Deborah, sus amigos y otros grandes poetas lo han traducido y han elaborado esta obra de la que hoy comparto tres poemas, inéditos en español, desconocidos en nuestra Hispanoamérica que se precia de su sabiduría poética. Las siguientes referencias al autor son tomadas del prólogo y presentación del libro. Los poemas son una selección personal, aquellos con los que creo se puede entender un poco la pluma de este hondo poeta vanguardista.

“Hyam Plutzik nació en 1911, de padres inmigrantes de Bielorrusia, en un hogar en el que se hablaba yiddish, hebreo y ruso, en medio de la dureza de los edificios de ladrillos, en Brooklyn, y el desfile constante de los autos y el ruido de sus motores, con el resplandor de las luces de las calles brillando en la ventana de su habitación…”. (Richard Blanco)

“Consideremos, pues, este “pequeño libro”, como lo llamó modestamente Edward Moran, como un gesto no solo para revivir la memoria y la obra de un brillante poeta estadounidense, sino también para hacer su obra universal…”. (George B. Henson).

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A mi hija

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Setenta siete traidores bloquearán el camino

Y quienes te aman serán pocos pero más fuertes.

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Setenta y siete traidores, hábiles y variados,

pero no les temas: no tienen importancia.

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Has de aprender pronto, pronto que a pesar de Judas

Las grandes traiciones son impersonales.

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(Aunque muchos pretendían ser Judas, con la voluntad

Y la capacidad, pero pocos con la valentía).

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Has de aprender pronto, pronto que aun el amor

No puede servir como escudo contra los demonios abstractos.

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El tiempo, el frío y el fuego, y la ley del dolor,

La ley de las cosas cayendo, y la ley del olvido.

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Los mensajeros de rostros y nombres conocidos

O de formas familiares, son inocentes.

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(Traducido por Jonathan Rose)

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Entropía

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He visto la herida que la materia provoca en el espacio,

La cavidad en la página vacía del papel blanco.

En el día que la mención de ningún demonio muerto pudo

sostenerlo

Vi la tensión del Ser en todos los objetos,

Resistiendo a la ceñida primavera

De número infinito y a los fuegos del tormento nebular

Hasta el último día, cuando se tiendan aplastados como una polilla

En las manos de un niño, o una criatura bajo el mar.

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(Traducido por Gastón Virkel)

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Los gansos

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Un alarido que viene de ningún lugar

Eleva la mirada al fin hacia la luna

En el espacio gélido, un escuadrón de gansos salvajes.

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Más allá del cañón del cazador o de su voluntad

Ellos se apresuran hacia el sur, hacia las marismas secretas

Donde marcan el paso los hombres armados

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Del momento y del vuelo. No hay fuerza más poderosa

(En el arrastre de la pasión monomaníaca, el tiempo)

Que la voluntad hacia el destino, que es la muerte.

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Valora el esplendor intermedio de las aves.

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(Traducido por Pedro Medina)

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Sitio de Hyam Plutzik: http://www.hyamplutzikpoetry.com/

Hyam Plutzik
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