Cambiamos la geografía de la montaña

Fotos: Gabi Guerra y cortesía Flavio C. García

Cumbre en el Nevado de Toluca

Sentada sobre una laja filosa, sin mucho de qué aguantarse a los costados, con los pies colgando al vacío, a 4660 metros sobre el nivel del mar y con una de las vistas más impresionantes que ojos humanos hayan visto… Así quisiera vivir más horas de mi vida. Pero las sorpresas grandes siempre duran poco, aunque perduran en el recuerdo.

Un poco atontados por la falta de oxígeno que a esas alturas se comienza a sentir, no cabíamos, no obstante, dentro de nuestros cuerpos emocionados y temblorosos también por el esfuerzo de más de tres horas subiendo montaña. Bajo nuestras pisadas las grava rodaba, haciendo lenta la subida y pesado el camino. Pero cuando entornábamos la vista arriba, donde el pico El Fraile nos esperaba, la cumbre más alta del Nevado de Toluca, sentíamos que todo era posible. Los pies entonces se aligeraban y sin pensarlo comenzábamos a movernos todos, desde los pies hasta los neurotransmisores que son responsables de la felicidad. Éramos felices.

Al fondo, el Pico El Fraile
Al fondo, el Pico El Fraile

Yo estaba viviendo un sueño, yo que mucho he soñado. Pero cada uno de nosotros, un grupo de quince personas, traía a cuestas sus propias ilusiones, metas, deseos, sueños… en las laderas de los peñones, arenales de diversos colores hacían franjas como arcoíris, mientras abajo, las lagunas del Nevado reflejaban todos esos matices del paisaje. “Yo que tanto lo había soñado, descubrí algo más bello de lo que pude imaginar”.

Las lagunas reflejan los colores de la montaña
Las lagunas reflejan los colores de la montaña

Flavio y Tina nos guían, con piernas fuertes, por entre rocas y gravas, sobre las losas finas, y nos hacen tocar una cima, que en ese momento se antoja la cresta del mundo. El aire golpea fuerte, nos apegamos más a nuestros rompevientos, y nos compartimos, entre risas y fotos, los sándwiches de alguien y el té de coca de Flavio que nos va a hacer resistentes. Abrazamos la piedra cumbre como antes abrazamos el camino. Ante nuestros ojos, ese sistema de escarpados, laderas, bosques, lagunas multicolores se revela y no podemos parar de mirar. He sacado 40 fotos casi iguales, porque tengo la sensación de que es un espectáculo irrepetible y se me va a ir más pronto que tarde.

El Nevado de TolucaArriba, sin embargo, lo que impera, a pesar del grupo, es la paz. Esa paz infinita que te regala la montaña y te hace grande. Esa paz que te va a permitir vivir los siguientes días o semanas, hasta la próxima aventura.

Cumbre en el Nevado de Toluca
Cumbre en el Nevado de Toluca

El regreso es una procesión de humanos cuasi arrastrándose por la grava floja que se desliza bajo los tenis o las botas de viajero. Las piernas deben tomar su forma más concreta para resistir el descenso, al final del cual nos esperan las orillas acuosas y coloridas. Tanto se ruedan las rocas pequeñas y piedras bajo nuestros talones, que tengo la sensación de estar cambiando la geografía de la montaña. Pienso, ¿si miles de viajeros no hubieran caminado estas laderas, cuán diferente serían sus parajes? No tengo respuestas. La montaña es como el río, que corre todo el tiempo, que se expone a los vientos, a los tacones de los caminantes, a los tenis de los corredores, a las tormentas y los soles, a la nieves (aunque ahora es verano y no hay blanco a nuestro alrededor). La montaña es un ser vivo cuyo cuerpo se transforma cada día con los sueños de sus exploradores. Nosotros también somos responsables de eso…

Cambiamos la geografía de la montaña
Cambiamos la geografía de la montaña

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