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Un programa tipo “Arca de Noé” avanza en Panamá para salvar a 20 de 50 especies de anfibios endémicos en peligro de extinción, entre ellos la rana dorada, el emblemático símbolo de la biodiversidad panameña, afirmaron expertos.
“Es un Arca de Noé, una respuesta de emergencia para darles algún tiempo a estas especies para recuperarse, porque de lo contrario van a desaparecer”, comentó el director del Proyecto de Rescate y Conservación de Anfibios de Panamá, Roberto Ibáñez.
La iniciativa, en marcha desde 2009, es impulsada por el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (ISIT), con el apoyo de diversas organizaciones entre ellas el Zoológico Nacional de Estados Unidos, el Zoológico de Houston y el zoo Africam Safari de México.
“No tenemos la solución final para evitar la extinción, pero es un paso, si no tenemos el material biológico no vamos a poder hacer nada después. El primer paso es asegurar que tenemos individuos, vemos después cómo podemos hacer para repoblar”, comentó Ibáñez.
Los comentarios de Ibáñez ocurrieron durante la celebración del Festival de la Rana Dorada iniciado desde la semana pasada y que durará hasta el 19 de agosto con miras a promover la conservación del icónico anfibio, endémico de Panamá en vías de extinción.
Los investigadores trabajan en la recolección de los “fundadores”, al menos 20 machos y 20 hembras de cada especie de anfibio, de los cuales ya disponen cantidades suficientes de 2 tipos. Para el programa de conservación, se protegerán 10 especies en las instalaciones del ISIT en Gamboa (40 kilómetros al norte de la capital) a orillas del Canal y otras 10 en el Centro de Conversación del Zoológico de El Níspero en El Valle, en el centro del país.
En Panamá existen 200 especies pero se determinó rescatar y preservar 20 por ser las que están más amenazadas por el hongo quítrido (batrachochytrium dendrobatidis) detectado primero en Costa Rica en 1987 y que avanzó hacia Panamá 30 kilómetros por año.
El mal, que vive en temperaturas de entre 20-21 grados centígrados y afecta la piel de las ranas hasta matarlas, se diseminó por la cordillera central panameña y se mueve hacia la frontera con Colombia, pero se desconoce cómo migra y cuánto permanece.
Ibáñez indicó que el hongo quítrido de los anfibios se originó en el sur de África y fue exportado en ranas usadas para pruebas de embarazo en Europa, Estados Unidos y Australia y luego pasó a ranas locales y se diseminó. En Panamá el hongo llevó al exterminio al “Atelopus chiriquesis” y al “oophaga speciosa”.
En el caso de Panamá, la atención por los efectos del hongo se centró en la rana dorada, por ser considerada un símbolo de la nacionalidad panameña porque aparece (junto con otro tipo de fauna) en orfebrería y tallado de conchas prehispánicas, dijo el arqueólogo Richard Cooke.
En Panamá solo existen en cautiverio 10 ranas doradas, 3 hembras grávidas y 7 machos “saludables”, la mitad de las que existían hace un año, dijo el responsable de su protección en El Valle, Edgardo Griffith.
“En estado salvaje no hay reportes desde 2008”, en el área de El Valle, una población localizada en el fondo del cráter de un volcán extinto, a donde el hongo llegó en marzo en coincidencia con el inicio de los trabajos para edificar el centro de conservación, dijo Griffith.
Además de destacar la importancia de evitar la extinción de las ranas, el especialista mencionó la necesidad de “procurar tener un ambiente saludable al cual regresarlas” cuando se logre su recuperación y la posibilidad de devolverlas a su hábitat. “Si logramos tener ranas doradas, vamos a tener un futuro saludable para los niños”, advirtió Griffith.