ÍCONOS DEL SIGLO XX

No sería posible un siglo XX sin una Marilyn Monroe, tan difícil prescindir de ella como de otras figuras de igual centuria. El hombre que quizás llevara a la bella dama a la  perdición, engendra, junto a su imagen, otro simbolismo  diferente. John Fitzgerald Kennedy, el trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos, uno de los políticos más recordados y el único católico en el cargo, además progresista y promotor de los derechos civiles de la población afroamericana. Fue también un ícono de belleza, dueño de un carisma anglosajón que le ganó el favor de la Marilyn, además del matrimonio con Yaquelín Kennedy, llamada por entonces, la mujer más bella del planeta. El oficial de la Segunda Guerra Mundial, que le dejó graves secuelas y una salud endeble, promovió amplias reformas económicas y sociales, ganándose la enemistad de numerosos políticos. No solo estuvo vinculado a la Monroe, sino también a su muerte, y fue el protagonista irremediable de la intriga política más grande del siglo XX. Intriga que no murió con él, y que por demás, arrastró al fin también a su hermano, futuro presidente del país norteño. Todavía hoy la mayoría no cree en la historia que se hilvanó a propósito de su asesinato en Dallas en noviembre de 1963, que conmovió a la sociedad norteamericana y lanzó a Kennedy, definitivamente, como ícono de su época.

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