Einstein, por muchos considerado el científico más importante de su etapa, y por otros el genio de mayor envergadura de la centuria, encontraría en Hitler un opositor y la triste percepción de asistir a una época aciaga, liderada por una mente macabra. El también judío alemán Albert Einstein, fue acusado por Hitler de crear una física judía. Nada más loco de imaginar, pues aunque muchos fueron los valiosos aportes del científico, que le valdrían el Nobel de física, se le celebra y recuerda por ser el creador de una de las más significativas teorías científicas de principios de siglo, que cambiaría definitivamente la visión del mundo: la teoría de la relatividad, comprendida por muy pocas personas, pero citada en el mundo, día a día, por millones de personas, incluso, los más ignorantes.

“Solo hay dos cosas infinitas, el universo y la estupidez humana. y no estoy tan seguro de la primera”, doctrina que predicó para luchar contra la irracionalidad y en favor de la paz. En su haber cuenta con el  éxito del ingenio y un terrible fracaso, la bomba atómica, de la que se arrepintió por el resto de sus días. Einstein creó e internacionalizó la figura del científico entretenido, descuidado, desaliñado, con tendencias infantiles y el más envidiable de los cerebros. Hoy, luego de más de medio siglo de muerto, sigue encabezando las encuestas mundiales de figuras descollantes de todos los tiempos.

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