Enemigos mortales: hablando de glioblastomas

En una publicación anterior (1) hablamos de cáncer, de los factores de riesgo[1] que están asociados a su aparición y de las estrategias que podemos seguir para disminuir las probabilidades de padecerlo. Recordemos que el cáncer surge cuando una célula pierde la capacidad de realizar las funciones que normalmente ejecuta y comienza a dividirse incontroladamente (Figura 1). Sin embargo, existen entidades malignas que no tienen, o de las cuales no se conocen los factores de riesgo asociados a su aparición. Entre estos casos se encuentran los glioblastomas: tumores que se originan en el cerebro, más comunes y letales de todos los que comparten esta localización en adultos (2) (Figura 2). El único factor de riesgo ambiental asociado con la aparición de esta neoplasia[2] es la radiación ionizante[3], pero no es específico ya que la probabilidad de desarrollar cualquier tipo de cáncer incrementa frente al contacto con esta energía. Además, la exposición solo se da en contextos y situaciones muy particulares. En términos genéticos[4] existen tres síndromes (Li-Fraumeni, Turcot y neurofibromatosis tipo 1) que predisponen a un individuo a desarrollar este tumor cerebral (3). Por tanto, a nivel personal no hay mucho que podamos hacer para disminuir el riesgo.

Los síntomas más comunes son dolor de cabeza (50%) y convulsiones (20-30%) pero los pacientes también pueden experimentar pérdida de memoria, debilidad muscular, problemas de visión, dificultad para expresarse y hasta cambios en la personalidad. Si bien este tipo de neoplasia no tiene una incidencia elevada (tres casos por cada 100000 habitantes) lo realmente alarmante es su pronóstico. De los pacientes que son diagnosticados, aun cuando se someten a la terapia recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), menos del 5% sobrevive hasta los 5 años. Tiempo, después del cual el tumor reaparece y sin más opciones terapéuticas el paciente muere (3). Para este tipo de cáncer la prevención y el diagnóstico oportuno no ofrecen un panorama más esperanzador y solo resta garantizar la mejor atención posible. Desafortunadamente, en países subdesarrollados o en vías de desarrollo como México esta situación de salud está muy poco atendida. Para empezar, no existe un registro nacional de tumores cerebrales. La información que se ha recopilado proviene de hospitales radicados en la capital del país como el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía, el Hospital Español y el Centro Médico ABC Observatorio (4,5). De acuerdo con estos datos la edad media de diagnóstico en México (46-49 años) (4,6,7) es menor que la que se reporta para otros países como Estados Unidos (≈64 años) (2). Aunque estas cifras deben tomarse con precaución porque no son representativas de todo el país (en el caso de México), si nos invitan a reflexionar ya que estamos hablando de una población laboralmente activa.

Antes de entrar en la problemática que supone el manejo de esta enfermedad, primero debemos explicar cómo funciona el tratamiento que reciben los pacientes. Después del diagnóstico lo primero es determinar la posibilidad de realizar una cirugía para eliminar la mayor cantidad de masa tumoral (son de muy difícil acceso por su localización). Posteriormente se aplica radioterapia[1] en conjunto con la administración de un fármaco llamado temozolomida (TMZ) que hablando en términos coloquiales resulta venenoso para las células que componen al tumor (8). Para que este fármaco funcione, en los pacientes debe haber muy poca cantidad de una proteína[2] llamada Metil Guanina Metil Transferasa (MGMT) (9). Pueden olvidarse de ese nombre infame, lo importante es entender que si un paciente tiene mucha cantidad no va a responder de manera favorable al tratamiento, ya que la acción de la MGMT se opone a la de la TMZ, entonces el veneno no será efectivo. Llevándolo a una situación más terrenal podríamos decir que la TMZ actúa como las toxinas de una serpiente en el cuerpo humano y la MGMT sería el antídoto que nos salva la vida, pero en el caso del glioblastoma no queremos que las células cancerosas vivan, sino todo lo contrario. Sin embargo, aun en el mejor de los escenarios la media de supervivencia[3] de estos pacientes es alrededor de 12 meses (2). A este pronóstico desalentador se suma el hecho de que en México el tratamiento no está estandarizado debido a la falta de recursos de muchas comunidades y al alto costo de los fármacos antineoplásicos como la TMZ. Por ejemplo, la determinación de la cantidad de MGMT no se realiza en una gran cantidad de casos y por tanto no se puede conocer cómo será la respuesta del paciente al tratamiento (5).

Existen alternativas que en conjunto con el tratamiento de TMZ y radioterapia ofrecen un incremento en la media de supervivencia. En 2004 se comenzó a desarrollar una estrategia terapéutica contra los glioblastomas basada en campos eléctricos (Figura 3.). Con este sistema pequeños pulsos de electricidad a través de la piel del cuero cabelludo interrumpen la capacidad de división de las células cancerosas. El uso de este sistema ha logrado incrementar algunos meses con una buena calidad la vida de los pacientes (10). Debido al alto costo que supone la implementación y aplicación de esta terapia, en México no es posible acceder a ella.

En México existen varios grupos de investigación que trabajan para descubrir fármacos más eficaces contra estos tumores, sin embargo, es necesario que exista una mayor colaboración entre los investigadores y los clínicos que trabajan directamente con el paciente. Por otra parte, se hace imprescindible una mayor concientización sobre este problema de salud en las instancias que tienen los medios y los recursos para cambiar el panorama. Si bien no es un elevado porcentaje de la población el afectado, para ese individuo que recibe el diagnóstico es el fin de la vida.


Referencias

1.         Cáncer, el apocalipsis zombi del siglo XXI: estrategias para enfrentarlo – a 4 manos. Available at: https://a4manos.aquitania-xxi.com/ciencia/cancer-el-apocalipsis-zombi-del-siglo-xxi-estrategias-para-enfrentarlo/?fbclid=IwAR26HqzKJyNe_Wd-05QL9-RG0hCLH2oBxolhSR3pF2se24qkT3QEqvKETk8 [Accessed February 11, 2024]

2.         Ostrom QT, Price M, Neff C, Cioffi G, Waite KA, Kruchko C, Barnholtz-Sloan JS. CBTRUS Statistical Report: Primary Brain and Other Central Nervous System Tumors Diagnosed in the United States in 2015-2019. Neuro Oncol (2022) 24:v1–v95. doi:10.1093/NEUONC/NOAC202

3.         Grochans S, Cybulska AM, Simińska D, Korbecki J, Kojder K, Chlubek D, Baranowska-Bosiacka I. Epidemiology of Glioblastoma Multiforme–Literature Review. Cancers 2022, Vol 14, Page 2412 (2022) 14:2412. doi:10.3390/CANCERS14102412

4.         van′t Hek R, Ortiz-Herrera JL, Salazar-Pigeon A, Ramirez-Loera C, Cacho-Díaz B, Wegman-Ostrosky T. Age and sex disparities in Latin-American adults with gliomas: a systematic review and meta-analysis. J Neurooncol (2023) 164:535–543. doi:10.1007/S11060-023-04448-7

5.         Moreno-Jiménez S, Alegriá-Loyola MA, Sonabend AM, Romano SK, Romo CG. Management of glioblastoma: a perspective from Mexico. Chinese Clin Oncol (2021) 10: doi:10.21037/CCO-20-129

6.         Hernández-Hernández A, Reyes-Moreno I, Gutierrez-Aceves A, Guerrero-Juárez V, Santos-Zambrano J, López-Martínez M, Castro-Martínez E, Cacho-Díaz B, Méndez-Padilla JA, González-Aguilar A. Primary Tumors of the Central Nervous System. Clinical Experience at a Third Level Center. Rev Invest Clin (2018) 70:177–183. doi:10.24875/RIC.18002399

7.         Anaya-Delgadillo G, de Juambelz-Cisneros PP, Fernández-Alvarado B, Pazos-Gómez F, Velasco-Torre A, Revuelta-Gutiérrez R. Prevalencia de tumores del sistema nervioso central y su identificación histológica en pacientes operados: 20 años de experiencia. Cir Cir (2016) 84:447–453. doi:10.1016/J.CIRCIR.2016.01.004

8.         Rong L, Li N, Zhang Z. Emerging therapies for glioblastoma: current state and future directions. J Exp Clin Cancer Res 2022 411 (2022) 41:1–18. doi:10.1186/S13046-022-02349-7

9.         Lee SY. Temozolomide resistance in glioblastoma multiforme. Genes Dis (2016) 3:198–210. doi:10.1016/J.GENDIS.2016.04.007

10.       Rominiyi O, Vanderlinden A, Clenton SJ, Bridgewater C, Al-Tamimi Y, Collis SJ. Tumour treating fields therapy for glioblastoma: current advances and future directions. Br J Cancer 2020 1244 (2020) 124:697–709. doi:10.1038/s41416-020-01136-5

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