Entrevista a María Lobo

1. ¿Cómo surgió la escritura de San Miguel? ¿Qué hecho o contexto la motivó, si hubiera alguno? 

De todo lo que escribí, solo un cuento tuvo como punto de partida un hecho concreto. Fue el cuento “Un pequeño militante del PO”, que escribí frenéticamente después de la muerte de una persona muy querida. Todo lo demás que he escrito, incluida esta novela, no tiene ni un contexto ni un hecho real como punto de partida.

2. En el libro aparecen usos del lenguaje según las geografías, alguna discusión sobre el uso del “he sido”. ¿Qué denota de un lugar el modo en el que se habla?

Si hay algo en lo que no creo en esta vida es en las cosas que se dan por sentado, en las correspondencias. No creo que a una persona, por ejemplo, por el hecho de haber nacido en un determinado lugar, le corresponda ser de una determinada manera. No creo en esa idea de de que las cosas, de por sí, denoten algo. En la novela, esas referencias al uso del pretérito perfecto simple aparecen precisamente para señalar que el modo que una persona tiene de hablar no implica de por sí nada sobre esa persona. El pretérito perfecto simple no es una tonada: es una forma de tristeza. Decir que alguien tiene una tonada es estereotipar, es establecer sobre esa persona una serie de expectativas y de características que son construcciones arbitrarias. Tampoco los modos de hablar dicen nada, de por sí, de un lugar específico. No existen las tonadas. Señalar una tonada es creerse el centro de algo. Es colocarse en un adentro y ubicar al otro en un lugar que está afuera. Yo no creo en eso. Creo en las diferencias.

3. ¿Por qué elegís cortar las frases en determinados momentos de un modo antinatural y por qué usás tanto las repeticiones?

Tampoco creo que haya cosas naturales y otras antinaturales… creo que todo lo que vemos se nos presenta a los ojos bajo la forma de la lente que usamos para mirar. Y nuestras lentes son distintas. Por eso, lo que es natural para algunos no lo es para otros, y viceversa. Esos cortes no están pensados, entonces, con la intención de hacer algo antinatural o extraño. Mi cabeza funcionaba así, simplemente, mientras escribía. Esas pausas son un respeto por las pausas que se hacían en mi cabeza. Mi cabeza quería señalar esas frases, y las señalaba mediante esos silencios y esas pausas. Se detenía el cursor porque se detenía mi mente. Y yo quería respetar eso. Las repeticiones tienen ese mismo origen. No quería ordenar. Porque no es así como pensamos.

4. ¿Cuál es la distancia que establecés con tu narradora? ¿Hay alguna? ¿En qué medida estás involucrada en tus historias?

Hay una distancia total en cuanto a la historia: nada de lo que ocurre en mis libros me ha pasado a mí. Nunca. Sí hay una cercanía, sobre todo en esta novela, en lo que respecta a los temas. San Miguel, lo he dicho ya, es quizás la novela en la que están todos los temas que me importan. Las ideas arbitrarias, las relaciones humanas, la forma en que establecemos estereotipos, el mundo anterior a este, la música.

5. ¿Cómo creés que influye tu mirada académica en tu escritura?

Hace muy poco me hicieron esta misma pregunta, así que voy a decir más o menos lo mismo. Estudiar Comunicación, pero sobre mi recorrido académico para sacar el doctorado, me sirvió para encontrarme con la forma de lectura que te da la investigación. Que es una lectura muy lenta. Además, si no hubiera transitado por ese doctorado no me habría encontrado con la historia, filosofía, la sociología y especialmente con la estética. Y entonces no habría desarrollado una manera de subrayar los libros y de escribir preguntas al margen. Sin esos subrayados ni esas preguntas, no podría escribir ningún libro. Porque no tendría preguntas. Y las preguntas son lo único que sé escribir.

6. ¿Cómo fue la experiencia de incorporarte a la editorial Qeja? ¿Qué fue lo mejor y lo peor de trabajar con ellos?

Esto también lo he contado varias veces. Qeja es una comunidad de personas apasionadas por hacer libros con amor y con responsabilidad. Y con Leticia y Nazareno, además, somos amigos desde hace ya mucho tiempo. Trabajar con ellos para mí es confianza, alegría y una ilusión que se renueva siempre.

María Lobo
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