De la serie Dramaturgia de las piedras
Sin bandurria o fagot no hay melodía
ambiental. Sin tambor o pájaro o garganta o viento o flauta en la rama,
trino se abandona a retiros involuntarios.
Vida, si hay solo tal vida apagada, se ensam-
bla a silencios inestables y mezquinos. Pleni-
tud de mutismos y ausencias, indiferencias
indefinidas, fugas forzadas del bosque natural.
Al margen y en predios limítrofes, impera
de forma ininterrumpida igual deserción
de aromas crujientes. Nada ni nadie crepite o queje, y duela, sin su autoral garganta.
Sin sus propios instrumentos horizontales.
No se divisa melodía ni ojo que ampare y dis-
frute. Inesperada fuga en vida a donde no hay
nada y casi siempre nadie que exista.
Refugiados, deportados, excluibles, prescin-
dibles, exiliados del ruido, excedentes, inmi
grantes de cadencias vitales, ritmos valerosos
y trascendencias bulliciosas,
se refugian en bandadas más allá de los lími-
tes de aquellos estrépitos responsables y
aquellas montañas armoniosas.