Ilustración: Félix Guerra
El tiempo sigue llegando,
pájaro rollizo entra por el marco de la realidad.
A mares continúan las bandadas hospedando vuelos
en el tejado. Parentesco vertical roza la calvicie.
Anoche juntamos el lunes en casa. Más el agua
de las jarras.
Acuden, se estrechan a contraluz, hasta que no llega alguien y
definitivamente no llega. Salgo
en busca, me seguía el perro: iba pegado al talón y calculé:
en el trayecto ladró más desamparos que protecciones.
Las puertas anuncian sondeos, inoportunas inquisiciones.
Sombrero saludo sábadoalopeciaépoca. Deseas abrazar.
Trasponer puertas es la casi totalidad del día de hoy.
Incluye al perro y a la lengua del perro ahora
durmiendo la trampa del tiempo.
Pero luego.
Amor con siete domingos semanales. Melodía de tacón por
aceras y espejismos. Se desgastan calcio y adoquines.
Fumamos comentarios bajo el amparo torrencial.
Bebo hastío y licor fuerte para reducir linfangitis y nostalgias.
Propietario del paisaje mirado: muestro a la concurrencia. Ojos
del recuerdo.
Tijeras corta sayones y chalecos, a la medida. Reconcilias ayer
con ayer, pero otras noticias sucesos y espantajos quedan
desiguales. Política ubicua,
acerca del precio de la sal o el azúcar y la impaciencia
de mañana. Diatribas acerca de si la guerra es motor o
picadillo. Retozan espeluznantes juegos.
Das amor, más amor. Sin duda. Sin escatimar, que no
hay mermas ni virutas. La siempre contraluz de los
abrazos. Llegan unos a la hora en que
otros parten. Brindis atrapa copas y añoranzas.
¿Hay algo para picar?
Portón que abre, portón que se cierra. Lobo
hermano en el regazo. Tú,
otros y las paternidades. La maternidad contigua. O
exiguas eternidades,
con puertas abiertas a la sin sombra, a la sin sol. Sonrisa
imaginada era real. No saberlo fue realidad.
Saberlo ahora, innecesaria irrealidad. Pero
apenas reconocerás la vida: solo fragmentos
revelados por otros.