Ahorré versos
para el día malo.
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Los metí en el congelador
para preservarlos.
Los enterré debajo de la palma
para leyenda.
Los guardé en la gaveta
con el mosquitero
las sábanas
el jabón de olor
por si el dengue, conjuntivitis
por si muros europeos
o sequía en pozos sudamericanos.
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Uno debe tener
un verso de reserva.
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Mil veces descongelé
una a una sus letras
las puse a hervir.
Un verso como hueso de res
para dar sustancia al caldo.
.
Las desdoblé
y con arrugas
vestí el tejido fresco.
Un verso como vaso de agua
contra la insolación.
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Las desenterré
tubérculo macizo
con venas negras.
Un verso como recurso último
frente al hambre.
Hermoso poema
Hermoso y profundo. ¡Me encantó!