Sobrevivir es más que un acto de fe
Es un ejercicio físico.
Me duele verte así desconocida
Prisionera de ese yo que te inventaste
Me duele poner mi mano en tu hombro
Y recordar que eres tú mi vida
Esa vida que me diste
Y que aún no te compenso.
Me asusta escucharte
Hablando sola
Como quien no quiere descubrirse
Llorar otra jornada y huir como un niño de las pastillas.
Me duelen tus ojos en los míos
Tu cuerpo desplomado en el mío
Hasta esas velas que encendiste para derretir la fe
Yo sé por dónde tus oscuridades
por dónde tus silencio más profundos
Yo te comprendo madre
Te comprendo
Pero no me vuelvas a decir
Ni se te ocurra
Que lo único que quieres
Es morirte.