Ilustración: Félix Guerra
MENTIRAS Y VERDADES sobre las serpientes permanecen insepultas.
Ni tradición oral ni prensa actual logran dar luz verde a la justicia. Verdad se debe afinar tanto como
a un piano. Es necesario, como el derecho, a no obstruir con exceso de palabras el futuro.
Solo hay serpientes figuradas o mentales.
Después de los faroles, está lo real. Resplandor
de cobras y pájaros soñados: pero carecen de alas y mordidas. Serpiente hipotética incitó al pecado,
oí en esquinas, y eso las prioriza sobre sabios y sabidurías.
Serpiente noctámbula, en particular, pernocta
en árboles de hipocondrías. Y no es maldad o deserción, como el caso del áspid crepuscular en el seno de la faraona. La ironía quedó expuesta,
como oro a la codicia, vulnerable más por los nudillos que por las yemas, más por el rojo del núcleo
que por los dedos periféricos. El culto a la serpiente
floreció en Grecia, incluye serpientes enroscadas
a los pacientes. Aliviaban con solo recordar su mordida. Alguien utilizó sus lenguas como supositorio: suponían un uso tan abarcador como la mano de Dios,
que hoy te alivia y mañana te deja sufrir por la misma razón. Cierta sangre
dio frutos, se convirtió en himno, pero la próxima
en correr caló hondo y tomó curso imprevisible. Mirada inmóvil, silbar inaudible, incluye miasmas o traición, impresión relampagueante, incluido el poder
de la mordida, mortífera e irrevocable como la llamada del todopoderoso. En lo íntimo turbaban a
la multitud. En público se repetían bocanadas laudatorias. De la lengua
humana no sabemos qué decir. Lengua del ofidio
bífida, protráctil y filiforme. El discurso doble o doble moral, oí, lo inventaron a coro: poderosos, acomodados, hombres de a pie o a caballo, olvidados de la justicia divina y humana, los del magro poder ejecutivo y algunos generales ambiciosos. Sonreían a la luz y blasfemaban en secreto. Objetos duales. Época
en que Esculapio convocaba a danzas para curar forúnculos, tosferinas, nostalgias o fuegos uterinos.
El doble discurso se acomodó. Al tiempo,
a circunstancias. En invierno quita camisas. En verano tose pañuelos. En otoño, canta el idioma del ruiseñor. En primavera, se distrae en peinar canas frente a los espejos. Según encuestas, Serpiente ocupa lugar cimero en criatura torcida y desdeñada.
En la feria, sin embargo, pitones y cobras, hablan maravillas de la flauta y su encantador de serpientes.
La ironía, entretanto, entrecruza piernas de ninfa para ocultar lo que desea mostrar. O sonríe, como princesa de burdel y a veces como esclava de sus virtudes. Y bien. Sócrates,
oí, cuya cuchara asistió partos, alegó a favor, exponiendo silogías y geometrismos. Una tarde logró aplausos: absolvía a los ofidios. Demostró irrebatible que serpiente símbolo está en la cabeza
del quien hurga culpables. Ese día asistían a
su cháchara media docena de discípulos y alguien más. Alguien más dijo ser hijo de Apolo y Coronis.
Avicenas, interrogando con biológica paciencia,
llegó a las propiedades curativas del veneno (tantas como temores inspira la serpiente). La visión unitiva
desprejuiciada carece de ponzoña. Historia
algo termina o comienza. Agregó,
con respecto al tema: Serpiente utiliza costillas y parentesco con Adán, para propulsarse de extremo a extremo de la vida.
Almuerzo de hoy, espejos de luego, eructos o pedo que dejó escapar el sabio mientras iba del balcón
a la sala o del comedor al baño.
Pájaro que bebe mira su silueta en el agua y no descubre espejos. Tanto la ironía como
las serpientes volverán a ser declaradas culpables
e inocentes. Sin que nadie logre al fin condenar o exonerar. Las palabras alcanzan a erigir tales muros irrefrenables.
Dicen UNOS: Pócima del infierno.
Y OTROS: Saliva de ángel.
Las dudas levantan catedrales. A espaldas de los frailes. El temor tiene oreja de elefante, pie de hormiga. De la historia de la serpiente, oí, solo fue contada la manzana.
Lo importante, afirmó Avicena, y lo dejó por escrito,
es que cualquier prejuicio, descubrimiento
o invención, pueda al fin ser convertido en melodía.