Ilustración: Félix Guerra

Caballo del rapto, transparenta ramajes. El jinete arrebata a su amor y en plena noche la remolca

al sol. La cabalgadura apura en aquella dirección, pero nunca estará en otro lado más

que en su carrera. Antigua fronda sustituida

por plantaciones: burocracia contabilizan todo como bosque. Árbol erguido endereza criaturas Crecer lo ideó el árbol y lo amparó la luz.

 

Mujer y hombre, por ejemplo, adoptaron

su postura. Bípeda, para escalar montaña y bajar al río. Tareas vedadas a la unipierna. Centauro oculta secuestros de amor entre los árboles. Y

en el mayor silencio, amado y amada escandalizan y se encintan a horcajadas sobre la hojarasca. Árbol hilo

de madeja y estambre verde obsceno,   ocre indecoroso, linaje de lianas, mansión profana donde retumban la oración del ave y  el susurro

de hojas mudas. Aire responsable. Lluvias pendientes, crecimiento en vilo. Árbol  deriva de antecesores y procrea  abuelos. Tin Marín, nieto

de Dos Pingüe. Del bosque se acerca, clamorosa multitud creciente. Es decir, la humanidad. Árbol génesis,

 

denigrado como víctima en hogueras y cegadoras inquisiciones. Árbol genealógico parido por árbol de harapos, sucesiones o envilecidos por exceso

de tanta aristocracia. Árbol, gótico

en el ecosistema, apunta pronósticos y probables astros y astrolabios. E ignotas deidades. No sabemos aún, porque continúan indomables, y tal vez sin fin, tanto la persecución como la fuga, tanto el jinete laico como el fantasma etéreo. La verdad efímera  por descubrir coincidirá con la verdad personal descubierta. Abracadabra. Fotosíntesis e impúdica sonrisa, de hojas

entreabriendo puertas a la vida, camaleón al tronco, pájaros al pico, nidos a la soledad,

reclamos desde siempre auspiciados por el Sol. Sabidurías y erudiciones, cogniciones y discernimientos, y ¿cuál, entre

las notables ramas, permaneció fuera de linaje? Pedagogía de ramas bifurcando destinos y potestades

 

influyó al  árbol de la ciencia. Venado acarrea sabiduría en astas: son, es, y serán. Eras acumuladas, individuos en impulso, especies anudadas

al calcio. Extensión de la rama:  fortaleza y juicio. Resistencia su esencia montaraz.

 

La inteligencia, progresivamente,

se torna lanceolada: intentar preservar  mundo, subsistencia, repeler bravuconas pendencias. Las reparaciones progresan con andamios. Muchedumbre de follajes apunta hacia la infinitud o pretensión de concebir el número innumerable: incontables las hojas. Si otoño despeja enigmas,

de nuevo primavera torna a complicar.

 

Tronco es unívoco, follaje diverso: ¿simple lógica de estructuras? Entender no, un no que sí,

positivo y constante, faena molecular que viene de orillas y  raíces. ¿O aviso dual

de cualquier alimaña u hormona o grano de polvo que tiene contrario y antípoda, materia y antimateria, veneno y antídoto.

De tronco erecto provienen descendencias:

por gravedad y gratitud. Unicidad e interminable multitud, conjunción y expansión, contracción

a menos de lo más, juego a más de lo menos,

 

observado y  observador, escalofríos y reflexiones, escoba y polvo, aztecas y asteroides. Civiles excitaciones de fornicar, incluso en rincones

de las sacristías. Junto al hereje se incineró

la madera herética que contagió al ser ebrio

la fertilidad. Uno multiplicado por la  eternidad,

con premuras y espesuras. Alguien, genio poeta y jinete del monte, predijo: Cuanto vivan los árboles vivirán los pueblos.

¿Las flores, otros lupanares jubilosos

en la piel de los bosques?.

 

 

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