Ilustración: Félix Guerra
Millones de granos
de arenas, muros desmigajados
por las catapultas, escarabajos,
burbujeos, ballestas, danzas,
tradiciones y conceptos
de imperios muertos,
continúan siendo feroces y
roen de nuestros talones.
Pegados a los calcañales
como áspid en seno y clavos
en las muñecas, como espasmos
quebrados en la hoguera,
como filo de guillotina babeando
por la nuca, como flechas
clavadas en el costado o buitres
descendiendo con sus sombras,
caen hacia nosotros
y devoran opacidades, anonimatos,
invocaciones, cronologías,
serpientes y alacranes idos,
así como el rastro
de nuestras extremidades
en el desierto,
sin dejar huellas ni escombros.