Enero 28 de 2013.

Gabi

Extraño ese techo que ya para siempre será de tu mamá, tuyo y mío. Sin olvidar a la estelar Fide. Porque si echo de menos nuestras comiditas caseras, a la Marina aquella saliendo tibia y olorosa de la ducha y a ti llegando del mundo a compartir sofá, tv, alimentos y lecturas, también me sucede con los paseítos a las 2 pm, más o menos,  por los alrededores con la querida guardiana y protegida tuya.

Bastante he pensado en ustedes, como una realidad que estuvo y no está, que se detuvo y persiste en la evocación, como aquel pájaro que escapa (de la jaula) y queda volando en la memoria.

Ni un minuto he dejado de pensar en ti, y ya hace 10 días que regresé. Veo la madeja de vida que has fabricado a tu alrededor y que da para muchos sucesos y episodios de futuro. Tus proyectos literarios creo que se materializan. No hablo de prisa ni de obsesiones, encontrando sobre todo de tus fuentes de influencias y vivencias. Sin olvidar la sintaxis, je. La compañera y fraterna lectura ya no te abandonará,  viajes o no viajes, vayas a la montañas o el valle, a la ciudad o al baño, de compras o a laborar con materia de economía y ediciones, porque esa naturaleza se instaló a tu cabecera y ya no te dejará ni aburrida ni solitaria ni en exceso acompañada o abandonada por amigos o multitudes.

Tienes entre tus amigos, algunas de las buenas personas que he conocido, gente que padece como tú fiebres de insatisfacciones y conocimientos, el ansia de transformar mundo y la sapiencia de saber que el mundo cambia desde siempre, empujado por todo y todos, que el mundo no se transforma solo desde un francotirador (aunque también), sino amando, aunando voluntades, imaginación, aprendizajes, aprendiendo a pensar, enseñando a pensar y enseñando a dudar de lo pensado. Verdad extransitoria y efímera, como taxis de alquiler. Hoy es cierto que te deja a la puerta del trabajo, pero mañana es otro día, sábado,  y resulta que donde desea ir es a nuevos parajes más distantes y soñados.

No olvido las jugosas charlas con Jonathan y Trinidad, estupendas personas que transitan un territorio semejante al tuyo. Sabiendo que son tus amigos, estoy más seguro de ti en varios sentidos. Sabiendo que eres su amiga, igual estoy más seguro de ellos, porque muchas jornadas vivirán juntos y creciendo. Son ellos y sus familias, personas, individuos, a los que uno siempre amará sin límites, porque en  criaturas buenas como esas, descansa una parte buena de las que ocurrirán a la realidad y al planeta en los años venideros.

Las pláticas con los dos Jorges, de algunas formas situadas en las antípodas, sin embargo me reportaron coincidencias mayores. Uno y otro quedaron en mi corazón. De Felipe extraigo un retrato de lo mejor de la juventud mexicana. Gustavo es tu ángel de la guarda: hombre generoso, bondadoso, tierno. Y amigo a prueba de casi todo (con él me quedaron cosas que conversar que serán para otro ocasión). Es difícil seleccionar en tan poco tiempo un grupo tan selecto de nuevos amigos.

Y bueno,  de tus otros dos ángeles de la guarda permanente, de antes y de ahora, Raúl y Amnia, te digo que confirmé lo que sospechaba: no te quieren como a nuestra hija ni como a la sobrina de Carmen. Creo que te quieren como a su propia hija (y no por gusto hay dos Gabi en sus vidas). Espero que Raúl no bote tablero y fichas y nos dé a Annia y a mí, aquí o allá, la revancha de  jugar en mayor paridad.

Aquí leo libros de Bolaño, Mo Yan, Poniatowska, Monsivais, recorriendo tu camino como tú recorres el mío.

BesoS de PA.

 

FÉLIX GUERRA Y GABRIELA GUERRA
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