(ILUSTRACIÓN: FÉLIX GUERRA)
A la cuerva preñada le suministra sin dudas un cuervo
irresistible y dominante.
Pero ni ella ni él son más golosos que mis propios ojos.
Mi extirpe se alimenta del magisterio proteico de criaturas
en rebaños, bandadas, huertos, cardúmenes. Y engorda
de gulas bíblicas y lactancias enciclopédicas.
Nos alimentamos del gran botín, con todo lo más saludable
y exquisito de un gran planeta solar.
Suman botánicas y perniles en tarima. Hornillas encendidas,
vajillas en uso, platos en mesa. Bosques y ríos y mares
abiertos las 24 horas. Restorán y fondas con las puertas
de par en par hasta la madrugada. Etc.
Al margen de escribir versos, incluso el poeta aprende
a endulzar su café y pelar una gallina.
Muy cierta noticia: casi todo ser vivo escala el camino hasta mi boca dominante. No todos: solo los que apetezco
y digiero sin sufrir cólicos ni conmociones cerebrales.
A mi alcance imperioso, lo no tóxico. Criaturas sanas y cachorros, pichones, alevines, cogollos, retoños, menudencias.
Atunes pasados por agua cabecean sueños momentáneos
en mi plato. Al amanecer, también acostumbro a desayunar huevos fritos de cóndor en tabernas al sur. O lenguas
de flamenco a orillas de los grandes lagos.
Alimentos y bocas dominantes se entienden de modo
peculiar. El asunto es no quedar a menudo fuera del convite. En general, predomina una limitada capacidad de resilencia.
Quien se adapta al hambre hoy, mañana se revuelve
contra el hambre. Y se vuelve a inadaptar. Hambre no
es enfermedad del individuo. Es mal de las especies. Mal
social muy extendido por todos los territorios.
Y ojo. El hambre es de las que te levanta por las tripas y
te hace recular al último suspiro. A veces hambre te acuesta
en las cunetas y no te deja levantar.
2
Serpientes en nido fue el inmemorial espagueti
de los dinosaurios.
Buitre predador de quienes escapan en ruinas al desierto.
Buitre verdugo y tragador de inmundicias y roñas.
Devora inocentes y hasta envilecidos culpables.
Frijoles: pequeños ojos negros en el plato de la humanidad.
Autorizan al oso polar un magro salario en focas.
Conejo siente náuseas en la boca indigesta del lobo. Zanahoria en la boca Indigesta del conejo.
Almuerzos suculentos y cenas opíparas quiméricos trofeo de épocas arcaicas y utopías del futuro. En estos tiempos, opinan algunos, no hay que ser sanguijuela para cogerle
gusto a la sangre ajena. Es el viejo juego de las clases sociales. Que incluye a la casi totalidad de los seres vivos.
Pájaros, conejos, elefantes, tapires, mis parientes y yo,
logran afinidades por la zanahoria, como parte de enormes competencias.
Algunos políticos proyectan exterminar al buitre. Culpan
al ave, los pícaros. No al infortunio.
Otros empresarios y otros proyectan monopolizar alimentos
y luego liberarlo al mercado, oferta y demanda.
Eventualmente y siempre los que menos devoran
son los más devorados por los que más devoran.
Si antes abundaron fabulosos manjares, muchos sinceramente creemos que ahora se extinguen o los ocultan a diario.
Hormigas construyen deliciosas trillos alimenticios
cuando salen por condumio. Oso hormiguero se relame
en esos atajos y caminos. Muerto el Oso, hormigas preparan un largo festín de vuelta que desemboca en orgía.
Vencejo engorda a costa de diminutas sabandijas
que anidan en el aire de su vuelo. Gorriones consumen
del comercio minorista de las migas terrenales.
Puma acapara senderos y se alimenta de viajeros
y transeúntes que aciertan a pasar. Durante sequías e imprevistos, algún día, polvo y luz del camino también ponen
la mesa y alcanzan a masticar puma.
Hombres, cuervos, lobos, polvo, luz y todos, otra vez
se disputan el paisaje con fauces entreabiertas.
Otras bocas dominantes consumen de sazonados follajes
y esplendidas carnes en agonía. De mares ya salados
para dar sabores esplendidos a los vegetales.
En este acápite se intercalan historias, leyendas y patrañas virtuales, sobre quien se come o no se come a quien.
3
Tormentas, Lluvia, Sol y Tiempo, entretanto y seguido, consumen al jinete y su corcel. Devoran también del galope y
sus migajas.
FIN DE LAS HISTORIAS. Se entrecomen entre si las bocas, todas las encantadoras y dominantes bocas.