Digo que no fumo, pero a diario me intoxico
con el humo emponzoñado de 3 ó 4 cigarros.
Que no bebo, pero el paladar ruega whiskys
piratas o rones añejados en la más pestilentes barricas.
Que no soy creyente, pero miro al cielo al escuchar
sobre serios conflictos nacionales y
de los que en particular crean los inquisidores.
Que no creo en políticos, pero en la Tv siempre
me detengo a escuchar extravagantes diatribas
de la demagogia. Me estremece tanta estupidez.
Digo a menudo que no albergo ilusiones ni
esperanzas, pero cada día junto manos frente
a cualquier puerta cerradas de prestamistas
o comisarías ideológicas.