Ocurrencias y recurrencias: Juan Toledo (poesía)

Juan Toledo, poeta.

Ocurrencias y recurrencias… ¿qué le ha ocurrido a Juan Toledo para recurrir a este libro que se le ha ocurrido?

Sí, algo ha tenido que ocurrirle y ocurrírsele. Desde siempre, sus muchos admiradores nos hemos preguntado por qué razones Juan no escribía ya mismo un libro, o dos, o muchos. Y ahora nos preguntamos por qué ha habido que esperar tantísimo para recibir de sus propios labios su poesía, acostumbrados como estábamos tan sólo a sus excelentes críticas o sus sabias observaciones sobre el desastroso contexto político que atravesamos.

Crítico literario, profesor de lengua, periodista, locutor, batallador de templado temperamento, agitador intelectual, editor de la notable revista en línea ‘Perro Negro’, observador whitmaniano porque también Juan es de esos seres que contienen multitudes. Seguro que me he dejado algo en el tintero. Todas las peripecias enumeradas llevan a la escritura, qué menos. ¿Así que, sigo preguntándome, por qué no se le ha ocurrido antes escribir un libro, y por qué su publicación no ha tenido lugar hasta ahora?

Tal vez la respuesta se halle en la introducción del libro, que Juan llama “Advertencia” (inquietante término que ya nos pone sobre aviso). Allí Juan nos cuenta que el editor Enrique Zattara logró convencerle de que dejara a un lado su apatía. Sospecho que apatía es otra manera de referirse a los desasosiegos que afectan a cuantos escribimos: para qué escribir, cuando sabemos que nunca llegaremos a la altura de los grandes, cuando ya está todo dicho y, sobre todo, cuando la literatura jamás ha salvado a nadie del abismo final. Cualquier experto en la mente humana nos dirá que hay que luchar contra la apatía contra viento y marea, no queda otra. Y yo diría que hay que luchar más aún contra la apatía creativa, y en ese proceso deberemos lanzarnos donde sea, aunque sea al mismo vacío. Cada cual tiene su particular lucha, y más el creador y el artista.

Esa breve introducción también habla de la posible curiosidad de los lectores. Para mí no es curiosidad a lo Carroll, más y más curiosa, sino más bien un empecinado interés para comprobar que Juan ha dado buen y literario uso a su serena sensibilidad, su visión crítica de las cosas y su espléndido lenguaje.

Estamos, pues, ante una pequeña gran obra. Sí, ha valido la pena esperar tanto tiempo. ‘Concurrencias y Recurrencias’ es un libro breve pero intenso; sin duda lírico, pero con incursiones esporádicas en la racionalidad de la metafísica (recreando además a distintos filósofos). La postura del autor es la del estoico, parco en palabras y modesto en acciones, y sobre todo self-deprecating, y lo digo en inglés porque autocrítico y autodesaprobatorio no alcanzan a transmitir el significado de alguien que, en último término, no se toma a sí mismo demasiado en serio, si bien al mismo tiempo no hace sino postrarse ante el altar de la poesía.

Pese a su brevedad, el libro reúne, como se nos dice en el subtítulo, una pluralidad de formas literarias: desde poemas, es decir, textos que cumplen ciertas reglas métricas y estilísticas, a veces más y a veces menos; aforismos, es decir, afirmaciones o negaciones a veces clarividentes, como razonamientos concisos y prácticamente herméticos a la búsqueda de la perfección en el idioma; y algo que Juan llama antiepigramas –ese anti se me antoja una protesta contra las construcciones literarias convencionales. Si el epigrama tiende a ser una composición hasta cierto punto ingeniosa, a lo Marcial, los antiepigramas de Juan van posiblemente más allá, a la vez penetrantes y profundos.

¿Y de qué consta el libro? Pues de muchísimo más que de estos aforismos, antiepigramas y poemas. Así, enumeramos todas estas variantes, algunas ya conocidas y otras experimentales:

La cita: esos versos que citaremos repetidamente porque se nos hacen inolvidables: estrellas tatuadas en la noche… las cicatrices de la oscuridad… el tiempo fragmentado que es la felicidadla peligrosa inocencia del milagro que son las palabrasese vacío acogedor que es la nada que nunca olvida nada… el morir sin un quejido…

La métrica en ciernes: ese soneto alejandrino en la forma y borgiano en el contenido, que habría tal vez que desarrollar como tal: qué responderle al callado viento de la noche, con 14 sílabas y una exquisita musicalidad.

El juego de palabras: odio tu amor y amo tu odio es un trabalenguas para no tener que decir las cosas como son; que se atreva alguien a recitar este verso a velocidad. Casi tan trabalenguas como eso de ‘Ocurrencias y Recurrencias’.

El intimismo a ultranza: los llamados “Tres poemas a JS” pintan el mundo de tenues colores con delicados versos: océano de sentimientos.

El inventario poético: ese servirse de palabras y hechos en serie sin tener que recurrir a la estilística o el mensaje, como en el poema “Cultura con c minúscula”, que termina con una nota supuestamente divertida, pero en el fondo tan lúgubre y hasta irónica como muchos otros versos del libro: Carajo, cuánta cultura consumimos.

El drama irremisible: esa tierra incorruptible y pura que es el vértigo y el olvido

La postura nihilista: se trata de una postura que Juan adopta casi a regañadientes, describiendo la nada como única forma posible de paraíso.

El entrecortado aliento de los primeros poemas del libro: mi nombre escrito en el muro de tu memoria… la voz al viento… desechos de desechos: la nada…

La desnuda descripción: por más que adoremos a Velázquez, el poema dedicado a Las Meninas, interesante y bien estructurado, pierde fuerza por ser primordialmente descriptivo sin ahondar en un momento histórico insostenible; pero también en esa desnudez hallaremos poesía.

La máxima: casi sin habérselo propuesto Juan compone máximas en un abrir y cerrar de ojos: el sueño que no se alimenta de sueño no es sueño, es algo peor, la realidad.

La crónica de la realidad: el poema de Londres está muy conseguido, pero se limita a lo narrativo y se reduce a una sucesión de elementos que componen nuestra existencia en esta gran ciudad. Todo el largo poema queda encapsulado en este brillante y personal verso: ese polvo milenario del cual estás hecha.

La observación no tan desapasionada del historiador: excelente visión crítica la del poema “Fama”, recuento de una pavorosa situación, dedicado a García Márquez.

El poema ético antes que estético: como homenaje a los grandes filósofos, al estilo del poema “Heráclito” de Borges, y que incorpora a estos dos grandes maestros de Juan, un homenaje a ese “¿Qué trama es ésta / del será, del es y del fue?” borgiano.


En fin, esta lista no es exhaustiva y podríamos seguir enumerando elementos diversos porque el libro, con esa mirada que tanto acapara, no hace más que llevarnos a territorios insospechados, más de los que Juan imagina.

En toda reseña no podemos dejar de lado las preferencias personales. Pienso que son más acertados los poemas breves, aunque sólo sea por aquello de Gracián de que lo breve es dos veces bueno. Más condensados, menos prosaicos (de prosa), y más enfocados al sucinto análisis de lo que da vida a nuestras tribulaciones y dilemas.

En cuanto a algún reproche al libro, pues hay sólo uno. Los aforismos del libro son sugestivos y excelentes, pero atención con el uso del término feminismo, lo cual me ha sorprendido en un libro de esta talla. De ninguna manera podemos incluir los términos chauvinismo y feminismo en el mismo verso, pienso, no son comparables sino discordantes por principio. El chauvinismo es uno de los grandes defectos de la humanidad, mientras que el feminismo es uno de sus mayores logros, además de todo un movimiento histórico. Así pues, considerar el feminismo como nacionalismo de género, nada de nada; y es porque nacionalismo es una palabra aterradora. No vamos a entrar aquí en detalles de lo que la palabra nacionalismo ha destruido a lo largo de la historia, ni es el momento ni el lugar para debatir el importante tema del feminismo; ya haremos todo esto en otra ocasión. Así que, salvo este inciso, por lo demás estamos ante un libro admirable.

En conclusión, por más que Juan haga alardes de pesimismo y desesperanza, en el fondo es un poeta a la vez lúcido y sentimental, un amante de la belleza, un pensador circunspecto pero entrañable… todo lo cual se deja entrever en sus sublimes versos.

Juan Toledo, en cuyo apellido tintinea mi ciudad predilecta…

Ocurrencias y recurrencias está publicado por Ediciones Equidistancias, disponible en todo el mundo en https://www.equidistancias.com/comprar

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