Los sinsabores del verdadero policía

Con esta reseña comencé mi colaboración en   http://letroactivos.com/ un espacio sobre literatura que de paso recomiendo a todos.

En la primera visita que mi padre, escritor, me hizo a México desde que aquí vivo, caminamos una tarde-noche a la hora del sol por las calles, olvidadas en sus recuerdos, del colorido Coyoacán. Por accidente llegamos a la vidriera de una librería pequeña y apareció Mo Yan en la fachada. Fue en esa visita silenciosa cuando descubrimos a Roberto Bolaño, y casi nos olvidamos de Mo Yan. —Estos libros no los venden en Cuba, me dijo. Yo, luciendo mexicana, le contesté: —órales, llevémoslos todos.

Me da igual lo que digan de él, de Bolaño: si era homosexual o maestro de literatura especializado en poesía isabelina, que en realidad (al parecer) a nadie le interesa. Me da igual si fue chileno o de la patria americana, si dejó una Edith Lieberman en las playas del Brasil, si realmente existió Edith Lieberman. Me importa un comino si fue argentino, español, parisino o exiliado, o si su libro más famoso no sea este que hoy les cuento, Los sinsabores del verdadero policía. No importa, pese a las críticas a su obra, quién era el verdadero policía, el artista, el asilado o el bardo errante que no escribía versos, sino que los enseñaba. O si el lector que lee es el detective de la verdadera historia. No lamento, por cierto, que Roberto se burlara de todos los poetas malditos de mi vida, llamándolos mariquitas u otras ofensas que no me atrevo a mencionar. Lamento, eso sí, que por sus atrevimientos alguien ose dejar de leerlo.

“…Los alemanes homosexuales que conozco, y mis referencias son exclusivamente literarias, son bárbaros y felices como tú, pero ellos van hacia la autodestrucción y tú pareces hecho de material incombustible… De inmediato se arrepintió de sus palabras, con frases como estas se destruye cualquier amor, pensó.”

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