La vida está en otra parte, Milán Kundera

Me la llevé a París…, y cuando en las noches trataba de encontrar la paz sobre aquella ciudad abrumadora, leía a Kundera, hasta dormir y soñar historias extrañas, de esas que me atenazan desde la infancia.

Milán Kundera retoma en esta obra, publicada en 1973, el tema que ha primado en sus novelas: la Checoslovaquia del siglo XX, el estalinismo que separó a los ciudadanos del arte, para crear un “arte nuevo”, sin duda más burdo. Como protagonista: un poeta. Una realidad compleja, que Kundera ha hecho llegar a sus lectores: las características y condiciones de la sociedad socialista posterior a la Revolución Rusa, en muchos aspectos similar a otras sociedades socialistas, y en tantos otros, diferente. Llega a la Segunda Guerra Mundial y avanza en el tiempo que no fue para el poeta, para el pintor ni para Kundera.

Unos días después, de regreso al mundo de los vivos, entendí por qué “La vida está en otra parte”, cuando llegué a la página 201 de la edición de Seix Barral que me prestara una amiga.

El apartado 18, del capítulo cuarto, El poeta huye, comienza así: “La vida está en otra parte, habían escrito los estudiantes en la pared de la Sorbona. Efectivamente, él lo sabe muy bien y por eso se va a Londres a Irlanda, donde el pueblo se ha sublevado. Se llama Percy Shelley, tiene veinte años y lleva una cartera con cientos de octavillas y declaraciones que le servirán de salvoconducto para penetrar en la vida real”.

Resulta que yo había estado allí, en la ciudad de la luz, y no sabía que el título del libro se inspiraba en versos escritos en una pared de un edificio de la urbe, en su universidad insigne, y en poetas que he admirado y, a veces, desconocido. Si en el 1968 parisino la vida estaba en otra parte, caminando por aquellas calles se me antojó que la vida estuviera ahora allí. Sin embargo, está también en los caminos de todos los días, en un sitio u otro, porque la vida está en todas partes.

0 Comentarios
Retroalimentación en línea
Ver todos los comentarios