Muchos se han formulado alguna vez esta pregunta: ¿los pulpos saben escribir? El hecho de que tengan tinta lo supondría, pero no garantiza nada. Podría pensarse que sí, pues ¿en qué otra cosa ocuparían la tinta si no es para escribir? Para responder a esta interrogante, comenzaré por decirles que, desgraciadamente, la mayoría de los pulpos son analfabetos y solo utilizan su tinta como un medio de defensa —y en recetas de cocina, en el peor de los casos—. Sin embargo, existe una élite dentro de la especie que practica la escritura con regularidad, algunos más, otros menos. Esto nos lleva a otro asunto: el de los brazos. También podríamos suponer, en primera instancia, que los pulpos usan con la misma frecuencia sus ocho tentáculos. Error: no todos proceden así. Al igual que las personas, los pulpos tienen extremidades dominantes. Hay quienes únicamente utilizan dos: la derecha y la izquierda más próximas a la cabeza. Algunos de estos moluscos tienen una habilidad mayor en el lado diestro, y de esta manera realizan sus tareas. Los seis tentáculos restantes no son más que espectadores del continuo movimiento de los otros dos y solo son requeridos en situaciones que demandan la fuerza o destreza del animal para su supervivencia. Otros (la gran mayoría) pueden manipular más de dos brazos con cierto control; por lo general, son cuatro. Como ya se dijo, las extremidades más cercanas al frente son las más hábiles, o sea que el tentáculo próximo al ojo derecho será el que utilice el pulpo con mayor frecuencia respecto a los demás de ese mismo lado; igualmente ocurrirá con el brazo vecino del ojo izquierdo. Pero siempre funcionan en pares. Es decir: si un pulpo manipula dos extremidades, una será derecha y otra izquierda; si lo hace con cuatro, dos serán diestras y dos siniestras: por lo tanto, nunca se verá que un molusco que use seis tentáculos, mueva cuatro derechos y dos izquierdos. Debemos insistir en esto porque es muy importante para entender la mecánica de su movimiento: las extremidades siempre trabajarán en parejas: el mismo número de tentáculos en ambos lados. Por fortuna, también encontramos cefalópodos que utilizan los ocho brazos con la misma prestancia. Estos son los maestros de la habilidad y los más admirados por sus compañeros, capaces de realizar ocho actividades a la vez. Y, por lo general, son los más requeridos por circos y parques acuáticos para sus actos de malabarismo.
Luego de esta breve explicación sobre los tentáculos, podemos explorar el resbaladizo terreno de la escritura pulpiana. Existe todo un mito alrededor de esta cuestión. El mundo cree que el pulpo es capaz de garabatear porque su cuerpo en conjunto es visto como una especie de mano de ocho dedos, adaptada y lista para cerrarse alrededor de un lápiz. Pero no exactamente. Ya habíamos adelantado que existe una élite ilustrada entre estos seres. Pues bien: he de decirles que los cefalópodos que usan los ocho brazos (muy pocos) rara vez escriben, salvo excepciones, como en el caso de un pulpo escritor que conocí, y que escribía tanto, que en ocasiones estaba metido en ocho proyectos literarios a un tiempo: escribía una novela, redactaba un cuento, preparaba un libro de poemas, hacía una obra de teatro, esbozaba un ensayo, contestaba cartas, actualizaba su diario y corregía su columna semanal en el diario más importante. Un texto para cada miembro. Era todo un espectáculo verlo en acción. En otra oportunidad, en su proyecto más ambicioso, escribía una novela que equivaldría para los pulpos a lo que En busca del tiempo perdido es para los humanos; lo hacía con los ocho tentáculos a la vez, cada uno ocupado en la redacción de un capítulo distinto. Un verdadero prodigio.
Parece que, entre más extremidades puede usar un molusco, menos aptitudes tendrá para escribir. También llama la atención el hecho de que los pulpos con más alto coeficiente intelectual son los que únicamente utilizan dos brazos. Todo indica que hay una relación directa entre el número de brazos —o “dedos”— hábiles y la inteligencia de estos seres: “La inteligencia de un pulpo es inversamente proporcional al número de tentáculos hábiles que posea”. En efecto, los pulpos más listos son aquellos que solo dominan un par de brazos. Esto parecería responder a un fenómeno de especialización: los pulpos que manejan más de cuatro brazos son altamente capaces de realizar manualidades, mientras que aquellos que manipulan dos muestran una mayor tendencia a las tareas intelectuales, como la escritura.
En la actualidad, se espera que los pulpos sobresalgan cada vez más en la literatura, y es muy posible que pronto tengamos al primer cefalópodo Premio Nobel con la publicación de la novela Ocho brazos para abrazarte. El autor de esta obra, próxima joya de las letras universales, no podrá decir que la escribió con su propia sangre, pero sí que lo hizo con su propia tinta, que es igualmente íntimo.
Ojalá este pequeño artículo le haya servido y orientado, apreciable lector, en este escurridizo tema de la tinta de los pulpos. Ahora lo dejo porque hoy he trabajado demasiado y me duele el tentáculo de escribir.
Sobre el autor
José Alejandro Carro Sánchez, poeta y narrador, nació en la ciudad de Tlaxcala en 1975. Estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM. Se dedicó a la labor docente durante siete años y más de diez a la corrección y edición de textos periodísticos. Actualmente escribe en el sitio web losaficionados.mx. Se considera eterno aprendiz de los grandes maestros de la literatura universal. 8 es su primer cuento publicado en A4manos.
Ansío leer “Ocho brazos para abrazarte”