Ilustración: Félix Guerra

¿Por qué los políticos dicen saber lo que hacen y no saben
lo que hacen? ¿Por qué solicitan, a veces ruegan, continuamente tanta plena confianza?
¿Verdad que no hacen lo que saben o no saben lo que hacen?

Sucede que políticos y gobernantes, presidentes
o primeros ministros, cancilleres, creen que la sabiduría llega con el cargo, cae del cielo.
Ocupan el sillón como en estado de gracia, sin mirar a izquier-da ni a derecha. Sin humildad ni sencillez prudentes luego de penetrar al antro de los inmortales.
Tal élite o grupo o tropa social emergió en largas intrigas palaciegas y episodios trágicos de la manga más estrecha de la historia, en días grises, hace tiempos, cuando empezaba a morir la magia de los sombreros.
Tal élite o grupo o bando, se instaló lento en la cúspide
pero no volvió a bajar nunca.

Con paciencia desbancó a guerreros intrépidos, genios, talentos sobresalientes y valerosos, sumos supremos, caciques, brujos, músculos guerreros y a intrépidos líderes naturales.
Desplazó a eminentes científicos y filósofos, venerables sabios, descubridores e inventores de portentos, grandiosos navegantes, estudiosos y especialistas de singular estatura. A magnos artistas, héroes y heroínas de hazañas inmortales,
técnicos brillantes y a increíbles deportistas y maratonistas. A dioses y semidioses que ahora solo engrosan el retablo
de la mitología.

De alguna manera venció a todos. ¿Es una virtud la astucia siempre cambiante y no siempre descifrada? ¿Es parte de civilidad transitoria hacia superiores estratos de democracia?
¿Radica dónde esa apropiación de la sociedad, que comienza a parecer un dádiva natural?

Un día estaban ya estaban solos en trono, salones, presidencias de mesas redondas y cortes, página de la prensa
y pantallas, acaparando brillos y ocupando titulares y
más titulares. Decidiendo incluso nimiedades civiles o militares. Vida o muerte, guerra o paz.
Pero no es bastante. Cada día pujan para obtener más y más espacios y esparcir influencias de sus países y en particular las suyas propias. Casi todos sueñan, como Chaplin en pantalla, con un gran globo que patean con la cabeza y los pies.
El Poder político es el gran protagonista, en solitario, de los escenarios mundiales, relegando a segundos planos a cualquier otro competidor, ciencia, arte, técnicos y tecnología, grandes autores, celebridades famosas por sus increíbles habilidades.
Hasta reyes aún permitidos de antiguos imperios venidos a menos, comen de su mano.

Campaña electoral y toma de posesión cuestan al fisco y
al pueblo lo que varios rascacielos.
Acaparan, los elegidos, actualidad, escenarios y también
los porrazos de acierto y estupidez.
Pompas políticas, sí, son insuperables como lujo y las más cos-tosas inversiones.

Fueron golpes de audacia, exitosos y bien orquestados,
muy en diferentes momentos de gran confusión social.
Rey tenía trono y realeza heredada. Político posee dominios mediáticos y partidarios, don de oratoria y promesas preelec-torales como armas predilectas. Ah, y anuncias del señor Poder y los guardaespaldas Capital o dinero.
Quienes olieron glorias y oportunidades a su lado, se les ovejaron en forma de cohorte.
Ya desde épocas de procónsules, reyes y reinas, kanes, borbones, califas, zares y zarinas, emperadores y emperatrices, príncipes y princesas, sangres azules, etcétera,
tales séquitos mediante intrigas y audacia colosales legaron gran arsenal de habilidades y trucos a cohortes del futuro.
Un bufón podía vivir siempre mejor que un astrónomo o escultor.
Algunos juglares lograban a diario distraer con sus instrumen-tos musicales en los palacios de los mismos magníficos empe-radores y su familia.

A medida que los políticos, ya instalados muy cerca
de los poderosos y fortalecidas sus atribuciones, poetas
y artistas sin embargo perdieron importancia y enflaquecieron siempre.
Desde ha mucho, cuando el gobernante enfermaba de gota, poetas y artistas padecían tisis, tuberculosis y anemias. O sufría destierro y ostracismos.

A medida que ellos, la minoría, se enquista en el Poder, la mayoría, es decir, pueblo con minúscula, donde respiran
resto de las criaturas vivas, comienzan a adelgazar y perder energías creadoras.
Adjunto extravían sus capacidades de opinar e intervenir
en el progreso y el día a día. Son reprimidas sus opiniones.

Políticos son diestros, muy diestros, en discursos y promesas. Y refinan sin escatimar lo que se denomina carisma.
Previo a comparecer ante Prensa y TV, y luego ocupar primera plana de la prensa, técnicos y fragmentos del séquito
se afanan sobre su persona. Sonrisa presidencial es un producto del sofisticado maquillaje político.
Poderosos además cultivan grandes aficiones contemporáneas, como estrechar manos con gran vivacidad, agilidad,
sobre todo, a visitantes ilustres. Estrechan diestras aun cuando no existen acuerdos y los dialogantes se detestan.
Y se dejan alumbrar con mucho garbo por las luces de fotógra-fos y camarógrafos.

Así nacen protocolos y diplomacias.
También ahí abrevan el oportunismo y las adulonerías.

Por supuesto, los presidentes se reciben recíprocos y triunfales en sus respectivos aeropuertos. Casi siempre viajan en aviones particulares con séquitos muy profesionales y genuflexos.
Si no hay dignatarios desembarcando en los aeropuertos
por terminales de lujo, no hay noticias trascendentes en los noticieros televisados y la Prensa de mañana.

Políticos de nuestros tiempos, uno menos y otros más, poseen indiscutibles y estremecedoras virtudes o dones:
Promesa es una y se maneja como un trapecio. Y gracia para incumplir sin destrozarse el cráneo y las encuestas.
Promesa es una suerte de energía virtual renovable que casi nunca logramos vislumbrar y o disfrutar.
Promesa se convierte en muy poco tiempo en abstracción, ensimismamiento, lucecilla, semejante a luciérnaga o cocuyo,
que se apaga sin dejar rastros perceptibles.
Si algo de promesa perdura es en la memoria. Sale a relucir
en ocasiones durante conversaciones en voz baja entre amigos íntimos y familiares o generaciones posteriores.

Promesas son fáciles de lanzar al viento de las plazas, ¡Pero qué difíciles son de cumplir!
No son golondrinas a la vieja usanza, sino de las que dicen adiós y se van sin retorno.

Luego de las promesas, sobre todo las más tremendas y ambiciosas, sí crecen de forma visible tanto el cuello como el vien-tre y corpachón de quienes prometen. Es decir, los prometedores inflan sus proporciones corpóreas muy encima de las cifras de cumplimiento de los planes de producción.
De esta manera, hoy, la obesidad de quienes dirigen o gobier-nan casi nunca es un síntoma de prosperidad de la Nación.

Planes incumplidos unos tras otros aumentan a diario los precios de los productos y servicios. Más altos precios sin com-pensaciones de salarios, es la fórmula milagrosa de muchos Estados y Gobiernos para enderezar el mercado y la economía
a su antojo y favor.

Como siempre la mayoría, es decir, suma total de la totalidad de familias, carece de gestión para establecer careos, recla-mos, objetar, emitir críticas, organizar intercambio de opinio-nes y finalmente hacer patente las insatisfacciones.
Por tanto, dificultades crecientes y el asunto de los precios
en el mercado se mantienen y luego todavía aumentan
más a diario. Es política siempre inflacionaria que desinfla a población, pueblo, ciudadanos, Nación.
Inflación que paradójicamente adelgaza más que cualquier dieta.

Así, tras una larga data de siglos, impunidad en fin de cuentas edificó la indefensión. Impunidad se mantiene a la sombra. Indefensión está en todas partes, calles y hogares, con el semblante lo más sereno y digno.

Así, la mayoría adopta una táctica convencional y unánime.
No necesita, por supuesto, adoptarla con centralismo o por democracia o en el Parlamento.
No se levanta la mano. Si acaso la frente con dignidad.
Se prescinde, además, con antigua sabiduría, de costosas reuniones, debates o congresos.

Resulta dolorosa pero sencilla. Se trata del viejo ardid de abuelos y bisabuelos: disminuir comidas, desayunar menos, cenar por lo bajo.
Sí resulta imprescindible, reducir cuota de proteínas, vitaminas, aminoácidos. E intercalar algunas que otras raterías im-provisadas, salidas del arenal obligatorio de la supervivencia.
Hasta aquí una parte de la Historia, harto conocida por casi todos.

SEGUNDA PARTE DEL DRAMA POLITICO

Obligatorio admitir que resulta bien difícil cambiar semejante correlación de fuerzas y poderes atávicos.
La mayoría, de los desposeídos, es decir, sin embargo posee y sabe que posee una gran cualidad o poder.
Sabe aplaudir e incluso ovacionar y aclamar.
Pero Mayoría. Sobre todo. Es dueña sobre todo de un vigoroso caudal de brazos, manos y dedos, muchas veces sin utilizar y sin utilidad.

Es su única propiedad, fuerza de trabajo, su mayor defensa y oferta, su mejor herramienta de negociación, capaz de los mayores prodigios conocidos hasta hoy.
No obstante, nadie lo duda, es un patrimonio poco apreciado y retribuido y muy mal aprovechado.

Minoría que convoca y decide, por otro lado, acapara un gran don o valor agregado, aunque improductivo. Se deja aplaudir e incluso ovacionar, mientras sonríen con relamida humildad. Instantes que aprovechan para tomar aire y proseguir con discursos refinados en el arte de la retórica.

Poseen adicional, reiteramos, talismán o recurso supremo
de las promesas, objeto asombroso, con diseños novedosos y melodía persuasiva, que le viene solo de hilvanar palabras con astucia, convicción y golpeando a veces con el puño la madera
de las tribunas.

Es difícil ciertamente cambiar o intercambiar estos roles y funciones. Son mañas e industrias, insudoras, un negocio perfecto, además de tradiciones, que se mantienen desde hace siglos.

Pero analicemos el lado practico. Ser realistas cuesta. Aunque soñar también nos cueste.
Tampoco sería un espectáculo o suceso del todo imposible. Incluso pensarlo un instante nos pone de buen humor y aca-rrea átomo de poco alegría y optimismos.
Y. ¿Por qué no? Será quizás en algún mes o quinquenio venidero de todos los futuros que promete el tiempo.

Bien. Analicemos.

En primer lugar: la mayoría, el pueblo, en trajines de poder, desbordaría las tribunas con peligros de derrumbes. Tribunas, grandes y hasta las más grandes de las más grandes, suelen ser chicas.
Se quebrarían las tarimas y convertirían la concentración
de pueblos en aparentes payasadas.
Por otro lado, el tándem de oradores representante de la desbordada multitud, no tendría espacio, tiempo ni experiencia
no los dejaron nunca, ni aun a los del síndico) para organizar discursos, consensuarlos y emitirlos de forma organizada y mediante programa.
¿Hasta qué hora de la madrugada, del día o las semanas siguientes, permanecerían los innumerables oradores
en el turno de la palabra?

¿Y sucedería también qué? Los del Poder, siempre minoría,
más bien llenarían de soledad la plaza y sus aplausos y ovaciones consistirían en murmullos inaudibles.
¿Imaginan su furor a la hora de aplaudir, ovacionar tales nuevos líderes y guías?
¿Terminada la función, minoría regresarían en autos propios a sus propios hogares?
¿La mayoría multitudinaria, deshilvanada ya en ciudadanos, individuos, abuelos y abuelas, madres y padres, jóvenes, hijos y hermanos, cuánto tiempo se tomarían en llegar
a sus respectivas viviendas (¡cómo está el transporte!)

Sería un cambio folletinesco y sin futuro: apenas llegaría al próximo amanecer o aurora.

¿Qué hacer entonces? ¿A qué aurora aspirar?

Aquí recomenzaría otra Historia. Es un enorme reto.
Se trata sin dudas de agenda con novedosos cuestionamientos y tareas.

Los mejores y más honestos protagonistas de la actualidad, pregonan, a menudo, que no es solo un tiempo de cambios. Sino que ahora es más que nada cambio de tiempos.

A favor, atesoramos agudas comparecencias acerca
de los asuntos más complicados.
Poseemos más y más maduras experiencias.
Conciencia curtida en el fragor diverso de incontables combates.
Ver de cerca, o a la luz de las bombillas, cómo podría ser
un futuro real. Quimera presentida en algunos instantes lumi-nosos de la Historia.
Un anecdotario de errores y cálculos, por otra parte.
Es teoría y praxis también, en letras mayúsculas de siglos
de experiencias, de cálculos y errores.

Pisamos en lo adelante además territorios firmes del insurgente XXI y siglos posteriores.

Es hora. Lo pregonan en tribunas de cualquier dimensión, muchedumbres, individuos, ciudadanos, hombres y mujeres
más sencillos y más desprejuiciados.
Jóvenes abren ojos de novedad y desean una vez más transformaciones para mejora del mundo y la especia humana.
Y es hora. Sí. Sin duda. De que algunas piedras vayamos des-plazando del camino.

Propuestas recogidas, hasta ahora, son las siguientes:
1 Evitar que los políticos, bajo ley, se conviertan en profesionales de la política.
Que no se admitan políticos de pacotilla, enamorados
del cargo y no de los deberes. Ni promoción de político erráticos o caídos hacia estratos superiores.

2 No puedan ser reelectos los cargos (su mayor anhelo, sin excepción). Cualquier autoridad vitalicia será echada de la realidad social y constitucional. Salvo petición popular avalada suficiente y democráticamente

3 Que dejen de usar corbata como hábito y anzuelo. Corbata y antifaz tiene génesis complementarias.

4 Que las promesas sean un pecado ideológico no admitido, sin excepción. Las promesas sufrirán la metamorfosis. Se convertirán en proyecto con fecha de cumplimiento.

5 Que las elecciones sean organizadas por el pueblo, bajo
sus criterios y aprobado cada acápite por mayoría, como esencial demostración de democracia.

6 Que democracia, a cualquier nivel, sea certificado como derecho primero de cada individuo y ciudadano.

5 Que planes y proyectos incumplidos del político comporten la renuncia inmediata.

6 Que las cumbres regionales, mundiales o de cualquier otra índole sean reguladas por leyes populares y aprobadas por mayoría en cada oportunidad (puede usarse informática e internet para tan constantes y arduos ejercicios de participa-ción).
Si alguien objeta que serían demasiados plebiscitos, se objetará concienzudamente que peores son los cargos y situaciones vitalicias. El periplo celestial de cumbre en cumbre.

7 Que las decisiones populares puedan derogar políticas presidenciales, presidente, e instituciones o jerarquías parlamentarias o judiciales.

8 Que rindan informes trimestre y cada año. Tanto Parlamentos, como Poder Ejecutivo y Judicial.
Si hay objeciones, recuérdese torturas gestiones y plazos
que la burocracia impone a la población.

9 Que mentiras o verdades a media sean castigadas
como mentiras completas.

10 Que presupuestos anuales y planes semestrales o quinquenales, sean, primero, discutidos por todos, y luego, segundo, sancionados los incumplimientos.

11 Que presupuestos militares decrezcan en un diez por ciento cada año, hasta desaparecer. Hacer un llamado al concierto de naciones, en diversas tribunas

12 Que educación, frijoles, más salud y deportes, más arte, ciencia y cultura, sean las prioridades.

13 Que burocracia y malos tratos a la población se incluyan
en la constitución como delitos de acoso público. También cualquier maltrato policial, ya que todo ciudadano es inocente hasta que no se demuestre lo contrario.

14 Que Prensa sea independiente y a veces, según el caso, autónoma del Poder gubernamental y político.

15 Que el mayor período de mando presidencial y gubernamental en general no sea mayor de cuatro años.

16 Que tales cargos, gubernamentales y estatales, no sean bien remunerados, o menos remunerados que los de científicos y educadores, por ejemplo, entre otros.
Objetivo: desestimular política, Gobierno, Estado y Poder como fuentes de empleo.

17 Que Democracia y Participación Decisoria, su definición y uso, se asienten en Constituciones nacionales como derechos y obligaciones inviolables. Que su desacato sea punible y penado. E inmediatamente comiencen las correcciones.

18 Consignas serán extraídas de las palabras de la población, o del pueblo, como guste llamarse, y no de los discursos políti-cos. Y serán de su uso hasta la edad que alcancen.
Restituir a caducidad ya obsolescencia el papel que jugaron antes en la historia.
Consignas de los Poderes temporales serán excluidas
de los espacios públicos.

19 Los Poderes temporales, que son la totalidad, jurarán cargo incluyendo su acatamiento al Pueblo y reconocerán su servi-dumbre a favor de la Nación.

20 Elecciones, cualquiera, tendrán como primeros veedores a los propios votantes, al vecino de los altos, al perro y hasta
al gato si se brinda.
Reelectos excepcionales, aun por voluntad popular, serán sometidos a cuestionamientos cada cierto lapso de tiempo,
antes de que logren reinstalarse en sus cargos sin sombras de sospecha.
Fraude elector y cualquier acuerdo previo bajo cuerda, igualmente considerado denigrante y punible.
Honestidad, ciento por ciento, debe presidir las mesas electo-rales. Y ser castigado como robo o violación de menores.

(A partir de aquí, pueden ser añadidos nuevos puntos,
que luego serían sometidos a debate y publicados por los medios a su o nuestro alcance).

Ese breve programa, preliminar, está en la conciencia mayoritaria y se pregona como himno, cada vez más amplificado,
en tribunas y plazas, en escondrijos. En plazas, avenidas y callejones.
En kínder, tablets y universidades. En callejones y laboratorios. Al Sur y al Norte. En Este y Oeste.
No tiene una bandera sino muchas banderas en crecimiento. Con interminables colores y en todos los idiomas.
Sol no puede taparse con un dedo y ni siquiera con una mano. Menos con el toldo pasajero de los períodos electorales y
las manipulaciones mediáticas.

Es un embate real, un bullicio melodioso, contagioso.
Un tarareo que sube baja. De la tierra y el músculo, la inteli-gencia, el buen juicio, de la imaginación y la lógica, así
como de un cansancio clásico con cola muy larga.
Que se canta fuera y dentro de las tribunas en oleadas
cada vez mayores. Se comenta en los pasillos. A veces audible y otras inaudible.
Y pensar, lo piensan todos. Menos tal vez los políticos en el Poder: a causa del Estado de Gracia pierden su noción crítica y la memoria histórica.

Ardua y posible tarea de futuro. Solo es comienzo.
Pero imprescindible sin dudas: VOLVER A TOMAR TIERRA Y CIELO POR ASALTO.
POEMAS DE LA SANGRE COTIDIANA
REGLA. CIUDAD DE LA HABANA. ENERO DE 2016.

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