Ilustración: Félix Guerra
Para Gabi, mi hija inspirada.
Y amada cada segundo.
Construí inspirado una choza, invención formidable. Y
los dioses se mudaron conmigo.
Construí altar. Y llegó la duda a instalarse entre nosotros.
Fabriqué escalera. Escepticismos bajaban y subían tropezando
por los escalones.
Publicaron libros. Tradición oral comenzó a perder colinas.
Se movían al unísono instinto y lógica. Método e imaginación.
Llegó el aliento de las letras y los conceptos. Algo leí.
Fabricaron sobre 4 ruedas y la muerte se aventuró a pasear
por las calles.
Vi teléfono: comuniqué con los recuerdos. Esquina de dinosaurios no respondió la llamada.
Prensa convirtió al lector en tiro al blanco. Por lógica desconfié
de la palabra impresa.
Según raciocinio de la época, bastaba con un corte de cabello
al año y tres afeitadas de por vida.
Fabricaron jabón, pero ya había contraído otros deberes
y extraviado cualquier vanidad.
Soñé sin rumbo. Atrás, adelante. Arriba, abajo.
Choza sin más claridad que una ventana. Luz de Sol y agua
de Aguacero pugnaban por el mismo hueco.
Lógicas contrapuestas en la vorágine y a cada paso un desconcierto.
Fuego, pero con mucho gasto de energías.
No imaginaba fósforos Menos cigarrillo o smog industrial. Ni
el humo genocida de siglos venideros.
Soplé hogueras sin saber que inventaba el carbón.
Invierno insinuó abrigos y piel alcanzó elevados precios
en el mercado del frio.
Nervios de lógica ayudó a hacer cuentas y anotar fechas.
Presentí filo y corte. Iluminación repentina venía de las llamas.
Rebaños acarreaban toneladas de alimento vivo.
Soñé sin rumbo. Instinto perseguía lógicas demenciales teñidas
con el rojo de la sangre.
La tormenta desarboló la choza. Reconstruí con novedosos
accesorios y utensilios.
Soñé al norte, al sur. Abajo, arriba. Por caminos de lodo.
Fantaseé con puntas afiladas. Especies y olores. Luego
de una pesada digestión.
Noche y día. Lógicas enfrentadas o desenfrenadas.
Lógica del venablo. Lógica del filo. Lógica sin lógica de apoyo.
Presencia lógica del árbol y otro árbol. A continuación presencia
halagüeña del bosque. Hierva en la paciencia natural del pasto.
Aire de atardecer arrastrando un raciocinio saludable.
Crepúsculos no encuentran su propia sensatez.
¿A dónde fueron inventivas y artes de Sol? ¿A dónde invierno
que hace retemblar el movimiento?
Paisaje obliga a imaginar. Ejercicio acarrea dudas y razones.
Sombras crecen bajo el juicio imprescindible del follaje.
Río corre necesariamente en dirección de la lógica.
Final de agua alejándose, va rumbo a una lógica incomprensible.
Se incorporan instintos de la duermevela.
Mar escapa en dirección incierta y solo deja ver horizontes
inalcanzables.
Lógica, como látigo, tensa paladar y tacto.
Imagino distancias. Calculo sabor de otros pájaros y del agua que no vemos.
Llegan recientes estaciones. Palpitan lógicas desiguales.
Falta encontrar en cada episodio venidero el hilo indudable
de la corriente. O conjeturar a dónde escapa la ruidosa humedad
del mar que nos va.
Félix Guerra. POEMAS DE LA SANGRE COTIDINA.