En los escenarios de comienzos del siglo XXI, la muerte encuentra
contextos originales. Y exhibe además algunos saldos inéditos.
Son mensajes trascendentes anotados en las paredes del tiempo.
Por ejemplo: La Muerte de Nelson Mandela nos obliga espiritual,
ideológica y éticamente a algunas reflexiones.
Es una muerte sin precedentes. Un fallecimiento ya esperado, en un
reparto igual para todos los seres vivos, pero que igual conmocionó la
opinión pública mundial. Eso sin dudas y como nunca antes visto.
Desaparecía el primer ser humano de este siglo de comienzos de III
Milenio que permitía coincidir en sus funerales a las diversas latitudes
extremas del planeta y todas las pieles humanas. Cualquier ser humano
de cualquier preferencia sexual o género, obrero, profesional,
campesino, artístico, intelectual, científico o político que acompañó al
difunto, lo hizo con sincero pesar. Cualquier credo religioso, sin tapujos,
pudo acompañar aquellos restos mortales hasta su última habitación.
¿Es un caso de imparcialidad o neutralidad, la ejecutoria de Mandela,
que por no tocar a nadie, permitió a todos derramar en público sin
molestia o hipocresía sus lágrimas o palabras de dolor?
¿Fue apolítica su mesura y respeto, su actitud risueña o su talante
ideológico desprejuiciado y abierto?
Mandela fue líder de una lucha estigmatizada, aguerrida, sangrienta,
dolorosa y muy prolongada, a veces hasta silenciosa. Y el líder soportó
sin quejas aparentes, contra infames intolerancias y discriminaciones
raciales, políticas, culturales y sociales. Y hasta humanas.
Su prisión fue monumento permanente de la resistencia, donde odio o
rencor no eclipsó el sentimiento liberador de amar a todos.
Sus razonamientos fueron mezcla de sabiduría y comprensión, así como
de estremecimientos ideológicos, pocas veces vistos antes en la Historia
de la Humanidad.
Entonces, me pregunto y pregunto a cualquiera persona en cualquier
recodo remoto o no del planeta Tierra:
-¿Es posible pasar por alto la idea de que, con este acontecimiento
funeral, fin de la vida de un hombre grande, sería ya suficiente para que
discriminación o segregación de cualquier apariencia entre seres
humanos reciba su última estocada mortal?
-¿A partir del suceso, definitivamente, cualquier prejuicio de esa pinta
maligna no resultará ya un acto irresponsable, irracional y
tremendamente inhumano, que denigrará mil veces al victimario?
POEMAS DE LA SANGRE COTIDIANA
HABANA. ENERO DE 2014.
Despues de leer algo tan serio, bello, sincero y puro… me he quedado sin palabras. Gracias Madiba por haber estado en nuestras vidas.