“¡Llegó carta del abuelo!”

Hoy iba a contarles que fui tía-mamá-cocinera-niñera; que llevé a Agnés a la escuela y la busqué; que juntas encontramos unos caracoles en el camino y los trajimos a casa (y mamá, la de verdad, luego nos regañó porque están sucios); que le hice de comer, y de paso le di la comida, y luego de la siesta retozamos como niñas. Hasta les iba a contar que jugamos a Tango. Tango es el nombre de un perro imaginario representado por Agnés, al que le tiro la pelota y me la trae con la boca, y me mueve la colita y hasta me da la panza para hacerle cosquillas.

Sin embargo, cuando pensaba cómo compartir este día, llegó carta de mi viejo, que es también el viejo de Agnés, y no me quedó otra opción que sustituir mis líneas del día por lo sublime de sus letras, que vienen desde Regla, un pueblito de La Habana, pegado al mar, donde mi padre sueña con abrazarnos a todas nosotras tan lejos acá en París.

Mientras  se la leía a las mujeres con quienes vivo en este viaje, Norka se quedó con un plato a medio lavar, suspendido en la mano, y Agnés sobre mi regazo, recostó la cabecita para hacer unos minutos de silencio y escuchar lo que abuelo Pello nos mandaba a decir desde La Habana:

 

G:

Me da un gusto increíble leer tus textos. Atrapando situaciones y ambientes con precisión y  humanidad.

Y no puedo sustraerme, como viejo periodista, narrador y editor además, a que me parezca que ahí hay un gran tema. Son textos muy propios del mundo que habitamos hoy. Un poco cuento, un poco novela, mucha poesía, mucha crónica, una visión íntima y tierna del mundo contemporáneo.

Hace 126 años Martí cruzó por paisaje similar y redactó aquella crónica famosa sobre la Torre Eiffel, inaugurando una época.

Ahora tú vas por ahí de la mano de una niña y de la mamá de la niña: las tres emigrantes extraviadas brevemente en un territorio lejano (a nosotros, a mí) aunque cada vez menos ajeno. País “extraño” donde alternan maravillas de todas clases, paisajes sorprendentes, hermosas arquitecturas, legendarias historias, paisajes deslumbrantes, arte extraordinario, amistad, hermandad y hasta xenofobia. Sin ignorar crisis humanitarias, sociales, políticas, económicas, laborales.

En derredor, Europa cambiando, y en el corazón de ese continente el pequeño hogar donde duermen, viven, filosofan, coexisten, se alimentan, repasan la aventura existencial, residen y resisten tres mujeres que protagonizan nuevas historias en un muy antiguo escenario.

En tu último viaje a Paris, según leo y releo, hay  mucha sustancia que disfruto y hace soñar.

DALE BESOS ENORMES A NORKA, GIGANTESCOS A MI NIETA. Y PARA TI BESOS HUMEDOS CON LA MIEL DE LA NOSTALGIA. Abrazos para las tres, de ustedes tres abrazadas y yo temblando de ausencia entre sus brazos.  FELIX, PELLO, PA.

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