De cuerpo presente, el continente es garantía y amparo.

¿Dónde había oído antes tus súbitos silencios?

Presencia eras tú en el marco de la realidad.

Fascinan el arte que no avisa y empuja puertas

y se abrazan conmigo en la frondosa intimidad.

Pero. Si te alejas y con el espaldar haces señales,

la memoria intenta sujetar cualquier tabla de naufragio

que cabecea al alcance de la desilusión.

En tus regresos, vea, me traduzco

en realista y optimista. En bufón erótico: buen humor

se reinstala en la corte, ejecuto malabares

con cebollas, rodajas cuesta abajo en el trapecio de las sábanas.

Juego de las tres tapitas, piruetas al borde del payaso. Cafetera

en el límite del aroma: y no soy fanático de los utensilios,

más bien cautivo

que coloca avíos al pie de tus rodillas. Miro,

marchito, y salto por las puertas

que atraviesas al salir: recuerdo que te alejas

con el alerta y la gracia exhaustiva del venado.

En las despedidas, bajo protesta, me nutro

de aislamientos ideológicos, de solomos literarios ,

y escepticismos que enflaquecen y demacran. Me fascinas

 tú con tus regresos de reglamento,

esas otras ordenanzas de medianoche.

Amore postrado y adore tus espaldas.

Son retornos francamente frugales e inconclusos.

La euforia es tu presencia: se corresponde con mis torpezas

de preguntas. Arte poética me lanza contra el papel y ga-

rabateo estremecidos Ay y un desesperado Oh.

Son observaciones de la experiencia de coexistir

a tu lado.

La ausencia solo abre puertas a la melancolía.

Tu mano en la mía: vean, ardorosa lección

de materialismo. Evocar tus ojos ausentes, tensa lectura

de idealismos con células del pulmón. Aparato neurovegetativo

se adhiere a desilusiones y escudriña mesas para descubrir señales:

la disposición de la miga del desayuno, veas,

deciden éxodos y algunas desventuradas ilusiones.

La carta tuya que trae el cartero, mensaje de la conciencia, dedo

de pájaro rozando mis costumbres.

Palabra de tu boca, expansión dialéctica de galaxias,

pregón de reflexiones corporales, optimismo que confirma:

nada más prudente y sustancial que tu silueta en voz de carne.

Tu mirada en presencia de mis ojos: arte sensorial, realista, crítico, vean, socialista incluso, perfumado y tangible.

Voz audible, comprobación de big bang. ¿Dónde escuché taconear ya tus entradas y salidas? Silencio tuyo, mudez de cielo, virulento mutismo de paredes, reencarnadas afonías y. Vean, brusca

desaparición del paisaje que habito.

La mirada ausente derrumba la filosofía en sus altares.

Se instalan solipsismos en las glándulas del cuello.

Y Heráclito enmudece lejos de mis ríos.

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