Escrutando este mundo que pervive, a pesar de los inmisericordes ataques climáticos y del propio hombre, el Amazonas se revela como algo de lo más fascinante de los ecosistemas globales de la Tierra.

Caso singular de estas locaciones son las pirañas. De las diversas que allí habitan, solo algunas hacen honor a su fama carnívora. Poseen mandíbulas potentes y dientes afilados. Operan en manadas de cientos de individuos y es la presencia y olor de la sangre lo que despierta su agresividad. En pocos minutos dejan limpio de carne el esqueleto del animal atacado.

Los mamíferos son de lo más original de estos paisajes de selva y colosales horizontes amazónicos. El manejo de estos requiere de una planificación inmediata, antes que ocurra un deterioro mayor. Los planes y acciones deben encaminarse hacia la preservación de las especies, gran parte de las cuales son exclusivas de la región y protagonizan un rol esencial en la estabilidad ecológica de los ecosistemas.

Entre los felinos tenemos al puma, la pantera negra, tanto la grande como la pequeña, el tigre mariposo, el jaguar, el ocelote. Piezas todas distintivas y emblemáticas de la gran fauna de América.

Entre los pequeños carnívoros están el zorro gauche, las comadrejas, el perro de monte o mudo (sobreviviente autóctono casi desconocido).

La nutria, por su parte, es víctima constante de los temibles cazadores furtivos, que hacen fortuna con sus pieles a través de Colombia. Esta delicada criatura ha sido incluida en la lista de mamíferos del Red Data Book como especie seriamente amenazada de extinción.

Entre los grandes mamíferos destaca el danta o tapir, el animal selvático más corpulento de la fauna autóctona: llega a pesar hasta más de 300 kilos y posee un olfato muy desarrollado, aunque su visión es deficiente.

Los reptiles continúan por la eternidad arrastrándose en la profundidad de la floresta: las corpulentas anacondas, que pueden medir cerca de 10 metros de longitud, las tortugas, iguanas y serpientes. Los caimanes, animales sorprendentes y siempre impresionantes, están siendo amenazados por la presencia humana. El gran caimán del Orinoco antes podía encontrarse en casi todo río y hoy solo quedan unos pocos ejemplares.

Es tan amplio el aporte en especies de peces, mamíferos, reptiles, insectos, aves, así como el joyero etnológico, cuantos mitos, fábulas y leyendas de animales prehistóricos o fantásticos, que enumerarlos sería como llegar al fondo de todos los confines. Es un compendio espeluznante o maravilloso de plumas, pelos y escamas que escapan a diario hacia una vida frívola de mercados, capitales, contrabandos.

¿Por cuánto tiempo? ¿Cuántas son ya las especies en peligro de extinción?

El comercio de animales silvestres es uno de los negocios más lucrativos del planeta, después de las armas y las drogas. Las criaturas de la jungla se venden como pan caliente en los mercados locales de América del Sur y también se comercializan internacionalmente. Hay evidencia de que las ventas netas ascienden a centenares de millones de dólares anuales.

Los indicadores más contundentes de la pérdida de la biodiversidad y del daño ecológico son la extinción de especies y el incremento en el número de las especies amenazadas. La disminución en la densidad de población de una especie reduce el encuentro entre machos y hembras y, en consecuencia, el éxito reproductivo se pone una vez más en peligro.

La extracción incontrolada de fauna silvestre de sus ambientes naturales, afecta inicialmente la cadena alimenticia y origina a plazo más o menos largo un desequilibrio ecológico que afectaría inexorablemente a la extirpe que se ubica en lo más alto de cualquier cadena alimentaria: el hombre.

Igual disminuyen los agentes dispersores de semillas, vitales en la reproducción de las plantas que conforman los bosques. Altera el ciclo de materia orgánica, fundamental para que existan los suelos ricos en nutrientes capaces de soportar la vegetación original. Altera la dinámica entre los depredadores y sus presas, acciones que garantizan el mantenimiento de las poblaciones animales en el tiempo.

En diciembre de 1988, el presidente del Sindicato de los Trabajadores Rurales de Xapurí, Francisco Mendes Filho, conocido como Chico Mendes, figura internacionalmente destacada por su lucha ecológica, visitó Río de Janeiro. En esa ocasión, 13 días antes de la emboscada que le quitó la vida, concedió una entrevista al diario Jornal do Brasil. Sobre su posible muerte y la destrucción de la selva amazónica dijo entonces:

“Si bajare un enviado de los cielos y me garantizara que mi muerte iría a fortalecer nuestra lucha, creo hasta que valdría la pena. Mas las experiencia nos enseñan lo contrario. Entonces yo quiero vivir. Acto público y entierro numeroso no salvarán la Amazonía. Quiero vivir”.

Hace casi 17 años de este acontecimiento tenebroso que conmovió al mundo. Todavía hoy, en páginas de una historia reciente, son asesinados quienes luchan por salvar la Amazonía. La injusticia no puede durar eternamente y no se admite perder las esperanzas de salvar del oprobio y la vergüenza el prodigioso universo ecuatorial que se levanta al sur de América, desde hace tanto tiempo, a favor de la humanidad.

Tráfico implacable de animales (el tercer negocio ilegal más lucrativo):  https://a4manos.aquitania-xxi.com/ecodilemas/2014/08/trafico-implacable-de-animales-i/

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