PARA QUÉ SIRVEN LOS PARQUES (Arrecife parte II)

Foto Jorge Arturo Monjarás

Los ríos se asoman de cuando en cuando a respirar, en cenotes y cavernas. Ahí los ve la gente. La de ayer para tomar agua, venerar las entradas al inframundo y realizar algunos sacrificios. La de hoy para echarse una nadadita en las aguas cristalinas que no huelen a cloro y que se parecen tanto a las albercas, pero con piedritas simpáticas para contemplar.

Y vienen en oleadas y cada vez más, y por ahora quedan contenidas por las brechas de acceso, porque se quedan en la playa, porque los meten a parques más o menos artificiales para que exploren de forma segura, como en Disneylandia.

Viéndolo bien, la mascarada que es Xcaret, con todo y sus pirámides de concreto y sus imitaciones de panteones mexicanos y sus shows mágico-musicales y sus entradas de a $1,200 pesotes por persona que puedes bajar a la mitad si te chutas una mañana de castigo con los vendedores de clubes de vacaciones (antes tiempos compartidos), toda ella, tiene una función provechosa: Mantiene lejos de las frágiles cavernas a la mayoría que no va a respetar, que puede romper, agarrar, rayar y hasta roer, que si pudiera metería un baloncito para echarse un volibol acuático en pleno cenote que esté bajito , mientras los chamacos se echan bucitos, se suenan la nariz y se hacen pipí en la agüita, que al cabo fluye.

Porque lo que se cansan de repetir los ecologistas, los geólogos, los biólogos, y todos los demás logos que también abundan en la zona, no se escucha fuerte y claro.

El agua pura tiene que fluir hasta el mangle, que la acaba de filtrar y de añadir nutrientes, para irse al mar a alimentar al arrecife, al coral que aquí vive que es el suelo de Yucatán, que pinta de verde la costa, que mitiga las olas y rechaza buques para proteger piraguas.

Si no pasa así, el coral se muere, pierde su colorido, se vuelve blanco, ese esqueleto de calcio que es el suelo de Yucatán. Los peces, artrópodos, insectos, algas y plantas de tamaño microscópico o gigante que viven a su alrededor, desaparecen, se van o dejan de vivir. Queda un cementerio frágil, que se va deshaciendo poco a poco, una piedra muerta que ya no pinta el mar, que no protege del oleaje. Y todo lo que es bello en la Riviera Maya empieza a desaparecer.

El río es el cenote, es la caverna y también es el mangle, que es el arrecife.

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