EL TEMBLOR DEL LABIO SIMULTÁNEO

Ilustración: Félix Guerra

ESPIROQUETA
Speira spitus

Y sinuosas se acercan: se acercan enroscando y desenroscando anillos. Omiten ruidos, pronuncian silencios, envainan señales de sombras y apócrifas espadas. Siento el vaho múltiple de esos pies lamiendo varios dedos de mi boca. Esta latitud de piedras y débiles destellos de jardín remoto, prueba el valor de mis nervios. Un pavor digital me empuja contra las rocas: desde aquí logro contar el número pavoroso de áfidos que irreversibles suben de mis rodillas hacia  abajo, de mis ojos y hojas hacia lo alto. El coraje me hormiguea en las paredes del estómago. El discurso que medito se humedece la punta de las extremidades en el temblor del labio.
¿Correr o saltar?, me pregunto, ¿o hundirme hasta el cabello en alguno de los cráteres resecos?, ¿o disfrutar de una última apetitosa cena?, ¿o blandir el arco, apuntar con el ojo directriz?, ¿o probar con la filarmónica encontrada en el bolsillo infantil?, ¿o soplar la cerbatana?, ¿o arrojarle polvo a los ojos, entre otras triquiñuelas?, ¿o hacer centellear la daga que me abre surco detrás de los riñones?, ¿o implorar para que alguna fuerza  mítica o animal?, ¿o disfrutar de una última cena apetitosa, al estilo de los condenados?, ¿o aguantar en silencio?, ¿o llenar el desierto de alaridos y llevarme a otro mundo la valentía intacta sin usar?

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