Los regalos rotos
Medio siglo después y ya muriendo
mi madre recordaba a aquel hombre que conoció
cuando trabajaba en una papelería del centro,
y se preguntaba cómo habría sido su vida
si hubiera tenido el valor de seguirlo.
Medio siglo después y ya muriendo
mi madre recordaba a aquel hombre que conoció
cuando trabajaba en una papelería del centro,
y se preguntaba cómo habría sido su vida
si hubiera tenido el valor de seguirlo.
Mi padre trabajaba para una gran empresa
de fotografía. Fue parte de la última generación
que hizo algo sin haber estudiado nada
Ya adolescente, alguien le hizo escuchar unas grabaciones del canto de las ballenas. Le fascinaron esos ecos llenos de reverberaciones bajo el agua, y le inquietó que parecieran gemidos y susurros amorosos.
A veces, entre las sombras, frente a mis ojos pasan fragmentos arrebatados, héroes sonoros, frases aladas, sagas ignotas, hondas estrofas que se diluyen en los jirones de la memoria. Libros enteros que yacen muertos
Recordaba haberla conocido como se descubre una obra maestra: un Botticelli de cabellera oscura, pavonado de conchas y colmado de persistencias marinas. Como suele sucederles a los hombres, se enamoró viéndola reaccionar ante las cosas
Hay que tener cuidado con las orgías, amigos míos, porque son bosques hondos de follajes azules donde juegan quimeras que se bañan con tierra, predadoras voraces de la carne exquisita, plumíferos arbóreos que eyaculan sin
Poco a poco y despacito. El vidrio tiembla con rumores lejanos y ya ve usted. Los ojos cansados y un poco tristes escudriñan esa asamblea de imágenes que murmura del otro lado de la ventana,
Con Bahía de Sal, obra ganadora del premio Juan Rulfo a Primera Novela (INBA, México, 2016), Gabriela Guerra Rey nos entrega una novela de crecimiento y maduración en el duro contexto de un rincón del Caribe…